En septiembre, reportamos aquí la noticia de que fosfano, una posible señal de la presencia de vida, había sido descubierto en la atmósfera de Venus.
El estudio provocó revuelo entre la comunidad mundial de astrobiólogos y astroquímicos y, de comprobarse, se convertiría en un descubrimiento histórico. Ahora, después de dos meses, otros científicos han examinado la información y añadido datos de otras bases al corpus original. En pocas palabras, se está tratando de explicar el fenómeno de otras formas, se está poniendo en duda la conclusión de que cantidades inexplicables de fosfano existan en la atmósfera venusina. Y así es, precisamente, como funciona la ciencia, y es algo muy bueno.
El 14 de septiembre, científicos de la Universidad de Cardiff, en Gales, reportaron el fosfano en las nubes de Venus, observado mediante dos telescopios: el James Clerk Maxell, en Hawaii, y la matriz de ALMA, en Chile. Ahora se están revisando los datos, que describen esspectros de luz en diferentes longitudes de onda. El fosfano, en particular, aparece como una caída en el espectro de 1.12 milímetros, justo la cantidad de luz que la molécula, se supuso, estaría absorbiendo. Pero los datos reales no son tan fáciles de interpretar; otras fuentes de interferencia, desde la atmósfera de la Tierra hasta el funcionamiento interno del telescopio mismo, introduce serpenteos, ruido, en una línea previamente perfecta. Entre más pronunciado sea el serpenteo, es menos posible que se trate en realidad de moléculas interesantes.
El problema se recrudece al observar objetos tan brillantes como Venus con un telescopio tan poderoso como ALMA. En pocas palabras, se vuelve muy difícil obtener mediciones confiables. “Es parecido”, dice Martin Cordiner, astroquímico de la NASA, “a ser deslumbrados por una luz intensa: cuanto quedas deslumbrado, se disminuye tu habilidad de discernir detalles más pequeños”. Para eliminar este efecto, los científicos emplean formulas que describen cada ruido; luego, proceden a substraerlas del cuerpo de datos para enforcarse en la señal que les interesa. La ecuación empleada por el estudio que descubrió el fosfano es, con mucho, precisa en demasía: es decir, elimina más ruido de lo aleatoriamente normal, exponiendo patrones en los datos que en realidad no están ahí.
Astrofísicos de la Universidad de Leiden, en Holanda, han tratado de replicar el descubrimiento sobre los datos de ALMA y no descubrieron cantidades estadísticamente importantes de fosfano, como reportaron en octubre 19. Los mismos investigadores también probaron el mismo filtrado en otras partes del espectro de Venus, donde sabían que no habría moléculas de interés, y notaron las señales de cinco moléculas que en realidad no existen en esa atmósfera. Otro estudio, realizado este mes por científicos del Observatorio de París, determinó que no hay pruebas de la existencia de fosfano en otras longitudes de onda del espectro de Venus.
Las investigaciones de otros equipos continúan pero al parecer la noticia de la presencia de fosfano en Venus dejará de ser noticia. Esto, cabe recalcar, no es una mala noticia ni desmentir una noticia falsa. Es, simplemente, la forma como se eliminan errores y prosigue la búsqueda de verdad en la ciencia.
Traducciones: IIEH
Fuentes:
Dudas sobre el descubrimiento de fosfano en la atmósfera de Venus