México le apuesta todo al carbón

México le apuesta al carbón

La semana pasada, un reportaje del diario inglés The Guardian expuso la gravedad de la política energética México, enfocada en el pasado y contraria al resto de los países en el Grupo de los 20.

Conforme empeora la crisis climática mundial y los precios de la energía limpia disminuyen, los gobiernos de países en todo el mundo se han ido desenganchando del carbón y otros combustibles fósiles. México, a pesar de su anterior importancia como líder en cuestiones climáticas, se está moviendo en sentido contrario.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido como Amlo, reveló el año pasado planes para comprar casi dos millones de toneladas de carbón termal a pequeños productores. También planea reactivar dos plantas de electricidad basadas en carbón en la frontera con Texas, plantas que ya se encontraban en vías de cerrar conforme el gas natural y los renovables (como la energía solar y eólica), cobraban un papel más prominente en el paisaje energético mexicano. El pretexto principal: la epidemia de coronavirus.

Amlo no sólo está apostándolo todo a que los combustibles fósiles serán los ganadores; también está apostando en contra de la energía limpia. No hace falta más que un vistazo rápido a la lista de personas y compañías que hicieron más dinero el año pasado para darse cuenta que lo lograron precisamente del lado de la energía limpia, como Elon Musk.

El presidente Amlo ha promovido una visión populista de soberanía sobre la energía, en la que instituciones estatales, Pémex y la Comisión Federal de Electricidad, bombean petróleo y generan la electricidad de todo el país, como en el otro siglo. Los inversionistas privados, que ya han gastado más de 6 mil millones de dólares en energía limpia en México, han sido relegados a un rol secundario en la visión de Amlo, mientras que las emisiones de gases de invernadero y los compromisos climáticos con el mundo se han escondido en una nota a pie de página.

“En vez de pensar en una transición del carbón a los combustibles fósiles, Amlo está pensando en usas más carbón y más petróleo”, dijo Adrían Fernández Bremauntz, director de Iniciativa Climática de México, una organización ambiental. “Ningún otro país de G20 tiene políticas energéticas tan retrógradas y anormales como este gobierno”, añadió; “no nos va a acercar a nuestros objetivos climáticos”.

Las políticas de Amlo se perfilan como un brusco contraste frente a las de la administración de Biden, que ha declarado que la crisis climática es “una amenaza existencial” y ha revelado una ráfaga de directivas para desencadenar la economía de Estados Unidos de los combustibles fósiles.

El plan actual de inversión de la CFE abandona por completo los proyectos de energía limpia y una propuesta de ley para reforzar la industria de la electricidad forzaría la compra de energía de sus propias instalaciones, incluyendo plantas de carbón, antes que de renovables. El gobierno mexicano ha puesto en duda la fiabilidad de los renovables, arguyendo que la energía solar y la del viento no son constantes. A pesar del recrudecimiento de los huracanes, las sequías y otros fenómenos del clima extremos en los últimos años, Amlo no ha hecho referencia a la crisis climática. Tras un apagón que en diciembre dejó a 10.3 millones de personas en la oscuridad, la CFE echó la culpa en parte a niveles récord de energía renovable que sobrecargaron la red eléctrica.

En el pasado, México fue un líder en las cuestiones del clima. Fue el primer país en vías de desarrollo que presentó su plan de acción antes de firmar el Acuerdo de París; ahora, esas ambiciones han sido destruidas sin ninguna pena por el gobierno. “El Acuerdo de París no tiene absolutamente nada que ver con lo que se discute en el sector eléctrico hoy en día”, dijo Jeremy Martin, vicepresidente de energía y sustentabilidad del Instituto de las Américas.

Mineros mexicanos

La perspectiva de López Obrador sobre los combustibles fósiles y las compañías estatales surge de haber crecido en el estado de Tabasco, en una era en que Pémex era el único vehículo de desarrollo nacional. Las compañías privadas y los extranjeros habían sido excluidos del sector de energía desde la expropiación de 1938. Pero al reabrir la industria, en 2013, México vio la llegada de una enorme cantidad de inversionistas, muchos de ellos interesados en renovables. México también introdujo subastas de energía limpia, que fueron interrumpidas en cuanto Amlo llegó al poder, en diciembre de 2018.

Aun en medio de una pandemia que amontona la miseria sobre México y los mexicanos, López Obrador ha seguido inyectando fondos en Pémex, y no se ha detenido el trabajo en un megaproyecto de una refinadora de crudo de 8 mil millones de dólares. “Vamos a rescatar a Pémex y a la CFE”, suele decir Amlo, coqueteando con el nacionalismo y criticando a sus predecesores por haber abierto el sector de energía al sector privado y a extranjeros.

Mientras tanto, analistas extranjeros, como George Baker, han comparado la retórica de Amlo sobre la energía con la fijación que tenía Trump sobre restaurar la industria del carbón en Estados Unidos. En octubre, Amlo viajó a Coahuila, corazón de la industria del carbón mexicano, para anunciar la reactivación y declaró sonriendo: “Las energías limpias son un sofisma”.

 

Autor: David Agren

Fuente: México fue alguna vez un líder climático… hoy en día le apuesta todo al carbón.

México comprará dos millones de toneladas de carbón para sus planas de energía

Traducción: IIEH

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