El primer fósil completo de dinosaurio identificado ha sido, finalmente, estudiado en detalle y ha encontrado su lugar en el árbol filogenético de los dinosaurios.
Hace 162 años, algunos huesos fosilizados fueron hallados por James Harrison en la costa al oeste de Dorset, Inglaterra. Fueron enviados a Richard Owen, del Museo Británico de Londres, quien en aquella época era considerado el mayor experto de fósiles en Inglaterra y que, entre otros muchos logros, había ya inventado la palabra “dinosaurio”. Owen identificó los huesos e instó a Harrison a procurar otros especímenes; en menos de un año, Harrison habían recuperado el esqueleto casi completo de un ejemplar. En ese entonces, los dinosaurios sólo se conocían por fragmentos de hueso y dientes, así que su apariencia y estructura eran pura especulación. Owen tenía en sus manos, por lo tanto, el primer esqueleto casi completo de dinosaurio.
¿Cuál fue la obra de Owen basada en ese descubrimiento? Publicó dos breves estudios de su anatomía pero muchos detalles no fueron registrados: No reconstruyó la apariencia del animal como pudo existir en vida y no pretendió comprender su vínculo con otros dinosaurios conocidos. En pocas palabras, “re-enterró” ese dinosaurio en la abundante literatura de la época y así permaneció durante 150 años; conocido, pero incierto y malentendido. Por varias razones, los investigadores del Museo de Historia Natural de Londres, donde reside el espécimen, no estudiaron el viejo dinosaurio de Owen, a pesar de que había soportado décadas de preparación para limpiar sus huesos.
Las rocas que rodeaban los huesos de este dinosaurio fueron datadas de hace 193 millones de años, cerca del albor de la era de los dinosaurios, convirtiéndolo en una pieza clave para entender cómo evolucionaron los principales grupos de dinosaurios y cómo se relacionan unos con otros.
A lo largo de los últimos tres años, David Norman, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cambridge, dedicó gran parte de su tiempo a preparar una descripción detallada y un análisis biológico de este dinosaurio, llamado Scelidosaurus. Así, por fin, se ha completado una obra de más de 150 años. Los resultados del trabajo de Norman, publicados en cuatro estudios diferentes en el Zoological Journal of the Linnean Society of London, no solamente reconstruyen la apariencia en vida del Scelidosaurus, también revelan que se trata de un ancestro temprano del ankylosaurus, el tanque con armadura del Cretáceo Superior.
En la segunda mitad del siglo XIX, Harry Seeley estableció una clasificación fundamental de los dinosaurios basada principalmente en la morfología de su cadera: eran saurisquios (caderas de lagarto) u ornitisquios (caderas de ave). Esta clasificación, publicada en 1888, fue satisfactoria: todos los descubrimientos de dinosaurios encajaron fielmente en una u otra categoría. Sin embargo, en un estudio de 2017, Norman y su equipo arguyeron que esta clasificación debía corregirse, redefinirse y recibir un nuevo nombre. En el estudio, publicado por Nature, se sugirió que los saurisquios (como el Tyrannosaurus) y los ornitisquios descienden de un ancestro común, volteando de cabeza la antigua teoría evolutiva de los dinosaurios.
Otra faceta destacada en su labor sobre los vínculos de los dinosaurios es que los ornitisquios más antiguos que conocemos aparecieron en el Jurásico Inferior. “Scelidosaurus es uno de esos dinosaurios del Jurásico Inferior y, por tanto, representa una especie que surgió en el nacimiento evolutivo de los ornitisquios”, dijo Norman. Su estudio de todo el material conocido sobre el Scelidosaurus ha sido completado y describe una multitud de primicias. “Nadie sabía que el cráneo poseía cuernos en su orilla anterior”, describe; “además tenía varios huesos que nunca antes se habían reconocido en otro dinosaurio”. “Es obvio, por la textura áspera de los huesos del cráneo, que en vida estaba cubierto de escudos córneos endurecidos, a la manera de los escudos que cubren la superficie del cráneo de tortugas vivas”, detalló. Todo su cuerpo estaba protegido por piel anclada con un despliegue de picos y placas óseas a la manera de broches.
Ahora que su anatomía se conoce bien, es posible examinar la posición filogenética y los vínculos potenciales de Scelidosaurus. Durante muchas décadas se le consideró parte del grupo que incluye al stegosaurus, pero ahora sabemos que Scelidosaurus es un ancestro del ankylosaurus. Scelidosaurus harrisonii, nombrado por Owen en honor de su descubridor en 1861, medía alrededor de 4 metros, era cuadrúpedo y se alimentaba de arbustos bajos. Norman concluye: “Ahora, ¡por fin!, ha sido descrito en detalle y abierto la puerta a nuevas interpretaciones sobre la biología de los primeros dinosaurios y sus vínculos. Es una pena que esta labor no se haya realizado antes pero, como dicen, más vale tarde que nunca”.
Fuente: Scelidosaurus: Listo al fin para el primer plano
Traducción: IIEH