El nuevo aeropuerto de la Ciudad de México promete crecimiento a costa del ambiente.
Ayer, la agencia noticiosa Al Jazeera publicó un artículo de Paloma Martínez y Jason Hickel sobre el proyecto de construcción de un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México. Estos son algunos fragmentos del texto traducidos del inglés:
La Ciudad de México está en medio de un conflicto intenso sobre los planes de construir un nuevo aeropuerto internacional. Es un proyecto monstruo: Una de las obras públicas más grandes en la historia de México con un precio inicial de más de 13 mil millones de dólares.
Ya completado, el nuevo aeropuerto (NAICM, por sus siglas) lucirá nada menos que seis pistas con capacidad para 125 millones de pasajeros al año, que lo sitúa como el segundo aeropuerto más grande del mundo. El multimillonario Carlos Slim ha invertido bastante en el proyecto, el presidente Enrique Peña Nieto ha puesto todo su poderío político detrás y la élite de México lo ve como la joya de la corona nacional.
El NAICM será construido en un tramo de predios rurales, una tierra pantanosa al noreste de la Ciudad de México, los últimos despojos del antiguo Lago de Texcoco. Los conquistadores españoles lo drenaron en el siglo XVII después de la destrucción de Tenochtitlán, célebre por sus gloriosos canales y ríos. Ahora el gobierno mexicano quiere terminar el trabajo. Hay más de 15 municipalidades y cientos de comunidades que habitan el área, incluyendo indígenas nahuas desposeídos.
No se trata sólo de un problema de propiedad de la tierra, también hay un riesgo muy real de que ocurra una catástrofe ambiental si el aeropuerto es construido. El sitio donde se ubicará el NAICM es hogar de 250 especies de aves, muchas de las cuales se encuentran en peligro. El acuífero de la zona también será, casi seguramente, destruido, cerrando así una fuente de agua para la Ciudad de México y exacerbando la ya terrible crisis regional de escasez de agua.
Las quejas se amontonan y las protestas se multiplican pero las autoridades mexicanas siguen respondiendo con la misma canción: crecimiento. El aeropuerto, dicen, es una inversión para el crecimiento económico de México a largo plazo. Y crecimiento, nos dicen, es progreso. La simple equivalencia entre crecimiento y progreso pudo haber sido razonable en la década de los 50s, cuando el ambiente estaba más o menos estable, pero en el momento en que nos encontramos ahora, cuando la civilización global choca contra la brutal realidad de cambio climático, la extinción masiva de especies y el colapso ecológico, no tiene ningún sentido. De hecho, la narrativa típica es justamente al revés: mientras luchamos para revertir el caos ecológico, el crecimiento emerge como el enemigo más fuerte del progreso.
La prisa por construir mega-aeropuertos como el NAICM es un ejemplo obvio de esta paradojas. La industria aérea es un desastre ecológico. Esta industria duplicará su tamaño para 2035 y para 2050 contribuiría 22% de las emisiones de gases de invernadero. Proyectos como el NAICM pretenden sacar partido de esta industria en crecimiento pero al hacerlo contribuyen de manera importante al problema del clima. Estamos acelerando más allá del umbral de 1.5 grados centígrados que el Acuerdo de París prometió respetar; debemos encontrar formas de hacer menos viajes por avión, no más.
Sólo 30% de los ciudadanos mexicanos han viajado por avión. Si el gobierno mexicano está de verdad interesado en mejorar las vidas de la gente, hay mucho que pueden hacer ahora, sin crecimiento económico adicional. Veamos el caso de Costa Rica, por ejemplo: Promedia una esperanza de vida de 79.6 años y su nivel de bienestar lo coloca en el 7% más alto del mundo, a la par que algunas naciones escandinavas y mucho más arriba que México. Y lo hace con 12% menos PIB per cápita de lo que México tiene. ¿Cómo? Invirtiendo en un sistema nacional de salud de alta calidad, educación y seguridad social. No hacen falta mega-aeropuertos.
Autores: Paloma Martínez y Jason Hickel
Traducción: IIEH
Fuente: México al borde de un grave desastre humanitario
Nota de la Wikipedia sobre el problema del agua en la Ciudad de México:
Un 20% de la población capitalina no cuenta con acceso al agua corriente en sus domicilios, obteniéndola de mantera intermitente de fuentes comunales o separadas de sus viviendas, y un estimado de 70% de la población recibe menos de 12 horas de agua continua, recibiéndola por tandeo, es decir, en determinados horarios del día. Un 40% del agua que llega a la ciudad se desperdicia debido a fugas y ordeña ilegal de tuberías.