Un nuevo estudio ha reunido suficiente evidencia para describir al ser humano como una especie oncogénica, o sea que provoca cáncer.
El estudio, un meta-análisis publicado esta semana por Nature Ecology & Evolution, concluyó que nuestra especie es, si bien de manera indirecta, responsable por incrementos marcados en casos de cáncer en poblaciones de animales silvestres. Basados en un gran número de estudios ya publicados sobre el vínculo entre actividades humanas y el ritmo de aparición de neoplasias malignas (tumores malignos) en animales salvajes, los autores de este meta-estudio, dirigidos por Frédéric Thomas, del Centro de Investigaciones Ecológicas y Evolutivas sobre el Cáncer, en Francia, enumeraron causas directas como compuestos químicos antropogénicos, contaminación por luz, contaminación accidental o intencional (como comederos de aves) para explicar su conclusión.
Los mecanismos por los que inducimos mayores tasas de cáncer en otras especies son muy variados, pero la razón primordial es la contaminación ambiental. Los contaminantes alteran el crecimiento y la división celulares, pueden interferir con la función del sistema inmune, interrumpir el balance hormonal o, de plano, dañar el ADN. Por ejemplo, 27% de las belugas en Saint Lawrence, estuario altamente contaminado en Canadá, padecen de cáncer. En California, los leones marinos sufren altas tasas de cáncer por estar expuestos a pesticidas basados en cloro. El desastre nuclear de Chernóbil ha dejado su rastro en la población regional de aves, afectadas por tumores ligados a contaminación de radionucleótidos. La acumulación global de microplásticos representa un riesgo enorme para la gran mayoría de especies marinas y terrestres, al igual que el abuso de fertilizantes y pesticidas.
Pero además de las causas ya mencionadas, hay otras menos evidentes y enmascaradas por buenas intenciones. La comida que comemos y que, de manera accidental o intencional, acaba alimentando especies silvestres. Comida de baja calidad nutritiva, comida infectada por micotoxinas o toxinas derivadas de ciertos antibióticos que se vuelve carcerígena ante la exposición de la luz solar. Comida deficiente que afecta el sistema inmune y altera el microbioma, ambos relacionados con un mayor riesgo de desarrollar cáncer.
Otro factor oncogénico de procedencia humana: la luz. La luz artificial que aclara las noches de países y áreas desarrolladas se considera sumamente dañino para la vida salvaje de nuestro planeta. Esta contaminación por luz durante las noches ya ha sido ligada a un riesgo más elevado de cáncer en seres humanos pues interrumpe las funciones de hormonas clave para mantener el ritmo circadiano, que regula patrones de sueño y alimentación.
Por último, los seres humanos estamos destruyendo el hábitat de muchas especies, reduciendo la biodiversidad en lo que se ha llamado la sexta extinción masiva. Esto, por sí solo, es terrible, pero los resultados son más devastadores. Cuando se reduce la diversidad genética de un grupo de animales, más allá de cierto punto, la susceptibilidad al cáncer se multiplica. Algunas de las especies que han sido afectadas por este fenómeno son los leopardos de las nieves, los tejones marsupiales, los leones marinos de California yciertas especies de zorros y cebras, entre otros.
El ser humano está moderando su ambiente profundamente y de una manera que causa cáncer en poblaciones de animales silvestres. Ya que el impacto de las actividades humanas en nuestro planeta se seguirán incrementando en el futuro, sobre todo en el contexto de la urbanización, es posible describir al ser humano como una especie oncogénica.
Autor: IIEH
Fuentes:
Actividades humanas pueden influir el proceso oncogénico en especies silvestres
Los seres humanos le están dando cáncer a muchas otras especies