Las cenas de Darwin

El agutí, roedor de América Central y platillo favorito de Charles Darwin

Charles Darwin tenía, por lo menos desde sus días de universitario, una debilidad por carnes y platillos exóticos.

A los 20 años de edad, cuando estudiaba en la Universidad de Cambridge, Darwin se convirtió en miembro y luego presidente del Club de Glotones, agrupación de jóvenes gourmets cuyo fin era la degustación de “carnes extrañas”. Antes de coleccionar especies para describirlas, entonces, Darwin las devoraba, antes de ser naturalista, fue comensal aventurero: el club probó halcón, avetoro y, en general, “aves y bestias antes desconocidas para el paladar humano”. Según otro de sus miembros, el club se disolvió después de un aborrecible plato de búho viejo de sabor “indescriptible”.

Una vez embarcado en el Beagle, Darwin continuó desarrollando su gusto por viandas exóticas. Comió puma (“de sabor notablemente similar a la ternera”), iguanas, armadillos (“semejante en apariencia y sabor al pato”) y muchos otros animales. No satisfecho con probar la carne de magra de cada uno, también investigó el sabor de órganos y sus contenidos. Así se refiere al contenido de la vejiga de una tortuga gigante, del que bebió una taza: “El fluido era bastante límpido y sólo tenía un ligero sabor amargo”. La carne más deliciosa saboreada por Darwin, en sus palabras “la mejor carne que jamás probé”, fue la del agutí, un roedor centroamericano de 10 kg de peso. A esta lista de manjares se añadió una especie que Darwin estaba buscando y que, por accidente, acabó en su plato antes de su cuaderno de notas.

Rhea pennata o ñandú de Darwin

El ñandú, género de ave paleognata de sudamérica similar a la avestruz, había sido descrito en una especie ya (Rhea americana, o ñandú común) pero Darwin sabía de una segunda especie y trató de encontrarla en Argentina durante meses sin éxito. Al parecer, el dibujante del Beagle había cazado un ejemplar y los cocineros del barco, conociendo el paladar de Darwin, se la prepararon como sorpresa especial para las fiestas de Navidad de 1833. En medio de la cena, Darwin reconoció en los huesos a la todavía no clasificada Rhea pennata, actualmente también conocida como ñandú de Darwin. De inmediato, el naturalista inglés ordenó que todos dejaran de comer y recopiló los huesos de la cabeza y el cuello, las patas, algunas plumas y otros retazos del animal para enviarlos a Inglaterra a ser estudiados.

Cabe recordar que, durante el siglo XIX, parte de la metodología científica de clasificación incluía el sabor, práctica que abandonaron los químicos por su peligrosidad. Hoy en día, para satisfacer más la curiosidad que el hambre y siguiendo la tradición de Darwin, se sabe que algunos científicos le dan una probada o dos a sus animales favoritos.

 

 

Traducciones: IIEH

Fuentes:

Cenando como Darwin: Cuando los científicos ingieren su materia de estudio

Cartas de Charles Darwin

Un foodie famoso, Charles Darwin

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