El colapso del turismo en Tailandia ha forzado el regreso a casa de cientos de elefantes.
La pandemia de coronavirus ha provocado el colapso de varias industrias a nivel mundial. El turismo y el ecoturismo han sido de las más afectadas y Tailandia, en particular, ha visto una reducción de casi el 100% de turistas. La falta de fondos significa que ya no es posible alimentar a los elefantes, que requieren de cientos de kilogramos de alimento diario, atención veterinaria y mucho espacio.
Pang Premchuenpanawan, cuidador en uno de los centros que ofrecen experiencias y cercanía con elefantes en Tailandia, esperó durante meses a que se resolviera la situación pero las circunstancias actuales no dan esperanzas. Así, finalmente decidió, con los cuidadores (conocidos como mahouts) de varios centros vecinos, regresar con cientos de elefantes a sus aldeas originales, en lo que fue la migración más grande vista en Tailandia, a lo largo de más de 160 km. Pang es miembro de la etnia Karen, que habita en partes de Mianmar y el norte de Tailandia, y ahora ha regresado a su tierra con sus animales, un grupo de desempleados. La migración fue posible gracias a las donaciones de Lek Chailert, directora de la Fundación Salvar Elefante.
La gran migración se llevó a cabo a finales de mayo e incluyó varios cientos de elefantes y docenas de Karen. Incluso pudo concluirla un bebé elefante de tan solo 4 meses de edad. Después de 4 días de accidentada travesía, los animales y sus cuidadores llegaron a las montañas de Chiang Mai, donde distribuyeron los elefantes en aldeas que han convivido con ellos y domesticado a sus ancestros desde hace cientos de años. Su periplo los llevó por selva, colinas, río y montañas pero los elefantes, dicen sus cuidadores, parecieron disfrutar cada momento y se sentía su anticipación por regresar a casa. La caravana tuvo que rodear más de una aldea poco amigable que les rehusó el paso por miedo al contagio de COVID-19.
Hay alrededor de 4400 elefantes en cautiverio en Tailandia. Antes de la pandemia, más de la mitad trabajaba en la industria turística. Hasta 1989, los elefantes eran empleados en este país para cargar y arrastrar madera, cuando fue prohibida la industria maderera. La sustitución ha protegido los bosques y selvas de Tailandia, que ha gozado de un flujo constante de turistas. Esto cambió por completo con la aparición de COVID-19: para finales de enero, los centros tenían cero visitantes, pero 200 empleados. El gobierno tailandés ha extendido la prohibición de la entrada de extranjeros a Tailandia hasta el 30 de junio.
En cualquier caso, los centros y los mahouts también han empezado a vender sus elefantes para poder pagar medios salarios a sus empleados y para subsistir. El precio anterior de un elefante promediaba 30 mil dólares pero hoy en día se pueden adquirir por menos de 10 mil. Los mahout, ya muchos de regreso en sus aldeas en la frontera con Mianmar, se enfrentan a una situación muy ardua. Algunos, despesperados, consideran cruzar la frontera para emplear sus elefantes en la industria maderera de Mianmar. En Tailandia, para ayudarlos a alimentarse y a sus animales, se han establecido programas de reconstrucción ambiental y reforestación, de desarrollo de granjas sustentables donde puedan seguir coexistiendo con sus compañeros.
Autor: IIEH
Fuentes:
Cientos de elefantes en cautiverio han sido puestos en libertad
Elefantes desempleados realizan larga travesía tras escasez de turistas