El precio de la carne y los productos lácteos es demasiado bajo, según un estudio que calculó su costo social y climático.
Hace no mucho tiempo, un almuerzo cuyo principal platillo era la carne se trataba de un lujo inesperado. A partir de la segunda mitad del siglo XX esto cambió por completo. Casi todos en el Occidente comemos carne todos los días, incluso más de una vez al día. Otros países, tradicionalmente menos carnívoros, han desarrollado su gusto por la carne: en China ya se puso de moda comer carne de res.
La producción mundial de carne ha aumentado de 78 millones de toneladas por año en 1963 a 322 millones de toneladas en 2017, y la demanda crece. El gran problema, sin contar el dilema moral de comer animales genéticamente muy similares a nosotros, es que el planeta ya no puede sostener este apetito feroz. Los pastizales que alimentan el ganado ya ocupan el 26% de la superficie terrestre no congelada del planeta. La industria de la carne es, por sí sola, responsible de la emisión de más del 15% de gases de efecto invernadero.
Un nuevo estudio, llevado a cabo por científicos de la Universidad de Augsburgo y publicado la semana pasada por la revista Nature, ha demostrado que el precio de la carne es demasiado barato a comparación del costo que representa para el ambiente y la sociedad misma. Se trata de un análisis profundo y detallado sobre el impacto ambiental y las externalidades sociales de la industria ganadera.
Cabe aclarar que una externalidad, en la economía, es una situación en la que el costo o beneficio de producción de un bien o servicio no refleja su precio de mercado. O sea, aquellas actividades que afectan a otros sin que se pague por ellas o exista una compensación. El ejemplo más obvio es la contaminación atmosférica por la quema de combustibles fósiles. Otros: la contaminación de ríos por industrias que desechan aguas residuales; la contaminación acústica que causa daños mentales a largo plazo; el fumador pasivo; la congestión vehicular; etc. En pocas palabras, una actividad que le da dinero a unas pocas personas o corporaciones pero afecta negativamente a la mayoría de la gente. También se puede hablar de externalidades positivas, como el ejemplo actual de una persona que recibe una vacuna y, al hacerlo, beneficia al resto del grupo.
Los resultados del estudio presente fueron rotundos: El costo externo de 1 kilogramo de carne en la industria es de 2.41 euros. Es decir, 146% más que su precio actual en el mercado. Los productos lácteos deberían ser 91% más caros. Por otro lado, el precio de los productos orgánicos subiría mucho menos: 71% y 40%, respectivamente. Esto se debe a que sus niveles de emisiones son más bajos y al hecho de que ya sus precios llevan un sobrecargo en la actualidad.
En contraste, los investigadores también estudiaron el costo externo de ciertos alimentos vegetales y descubrieron que su alza sería menor al 10% de su precio actual. Varios países de Europa, como Inglaterra y Alemania, se encuentran en discusiones para aumentar el precio de la carne a mediados de esta década.
Autor: Tobias Gaugler
Traducción y paráfrasis: IIEH