A principios de la década de los 80s, Francia puso en marcha un proyecto de ecoingeniería en la costa de Cannes que fracasaría rotundamente.
El plan original, respaldado por las autoridades francesas y la asociación de pescadores de la zona, pretendía restaurar y enriquecer el ecosistema costero entre las ciudades de Cannes y Antibes. La gente involucrada se imaginó un arrecife artificial poblado de diferentes especies marinas y para hacerlo realidad vertieron 25 mil llantas de automóvil en las aguas del Mediterráneo. El santuario, que sería protegido por ley, nunca se cubrió de coral ni atrajo peces ni aumentó la biodiversidad. Al contrario. Un estudio de 2005 realizado por la Universidad de Niza, reveló que el conjunto de neumáticos estaba derramando químicos tóxicos, como metales pesados, al ambiente.
El alcalde de Antibes, Eric Duplay, admitió: “Esperábamos que se restaurara la vida acuática aquí pero no funcionó. El arrecife de neumáticos no es un lugar prolífico para la biomasa”. Las criaturas marinas locales, como el pez escorpión, no se mudó a las llantas; algunas especies como la anguila y el mero nadan en su cercanía pero ninguna especie se acostumbró a la estructura, que mide alrededor de 500 metros de largo. Ya a casi 40 años de ser arrojadas al mar, las llantas pueden contaminar el mar aún más mientras más se desintegren. Por eso, ya han comenzado las misiones para extraer las llantas del “arrecife” artificial. Este mes se intensificaron las actividades de los buzos y se espera que saquen 10000 antes del final del año y 12500 más serán levantadas en 2019.
Las antiguas llantas serán transportadas a la ciudad de Niza, para su reciclaje, y sus gránulos serán usados en proyectos de construcción. Patrice Francour, científico marino de la Universidad de Niza y parte del proyecto de limpieza, dijo: “Después de sacar todas, dejaremos que el lecho del mar se restaure a sí mismo de manera natural y continuaremos monitoreándolo con sensores”. El gobierno francés contribuyó un millón de euros para la operación; la empresa de llantas Michelin añadió 200 mil euros a la suma.
Aunque la idea de un arrecife artificial de llantas ahora nos parezca una idea impensablemente estúpida, el caso de Cannes no fue el único ni el fracaso más rotundo. Arrefices de llantas se intentaron en varios países pero el arrecife Osborne, en la costa de Fort Lauderdale, Florida, es el mayor de todos. Desarrollado a mediados de la década de los 70s, conllevó el depósito de más de dos millones de llantas engrapadas con horquillas de acero a lo largo y ancho de 150 mil metros cuadrados en el fondo del mar, a una profundidad de 20 metros. El objetivo principal era atraer fauna marina para la pesca. La idea fue elogiada en su tiempo: ¿por qué no limpiar los tiraderos de llantas y reciclarlas para construir un arrecife de pesca?
El proyecto fue respaldado, entre otros, por el cuerpo de ingenieros del ejército estadunidense y la compañía de llantas Goodyear, que incluso culminó su apoyo arrojando una llanta dorada al mar para bautizar el sitio. A fin de cuentas, fue casi nulo el resultado, no se atrajeron muchos peces y los que llegaron no pudieron quedarse: fallaron las horquillas de acero y las bandas de plástico que unían a las llantas para formar una sola estructura. La corrosión resultó en más de dos millones de llantas flotando de forma individual, al capricho de los vientos y tormentas tropicales, aun hoy en día siguen chocando contra arrecifes naturales provocando daños irreparables. Hoy en día el arrecife Osborne se considera una catástrofe ambiental.
Autor: IIEH
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