La población de bacterias en las bocas de los seres humanos ha tenido dos grandes cambios en los últimos diez mil años. El primero, cuando el sistema de caza-recolección fue sustituido por la agricultura. El segundo, con el advenimiento de la Revolución Industrial, que trajo consigo harinas refinadas y azúcares, en el siglo XIX.
La placa o cálculo dental de hombres prehistóricos es nuestra única fuente abundante de microbioma humano antiguo. Dada su composición rica en calcio, la placa dental se endurece en una estructura similar al concreto y puede permanecer en excelentes condiciones durante miles de años. Esto hizo posible el reciente estudio de Alan Cooper, investigador en la Universidad de Adelaida, quien analizó la placa dental de 34 esqueletos humanos europeos de diferentes épocas, del neolítico al medievo, además de compararla con la de 10 personas de su equipo. Los resultados del estudio fueron, a la vez, previsibles y sorprendentes: la boca del ser humano en el neolítico contenía una diversidad mucho mayor de especies bacterianas, muchas de ellas identificadas como características en individuos saludables.
Al parecer, la adopción de la agricultura permitió que el ser humano cambiara a una dieta dominada por los carbohidratos de fuentes como la cebada, el centeno y el trigo. La diversidad de especies bacterianas en la placa dental se empezó a perder con este cambio de dieta, que después incluyó el pan, y la presencia de bacterias que causan caries (cariogénicas) se hizo más común y evidente. Es más, Alan Cooper se refiere al cambio drástico de un ecosistema o comunidad oral bacteriana saludable a una configuración ligada a la enfermedad. Ya en la célebre momia de Ötzi, que perteneció a la cultura transitoria entre el neolítico y la Edad de Bronce que desarrolló el arado, se pueden ver señales de caries. El estudio de Cooper reveló que no hubo otras modificaciones importantes en la microbiota oral hasta la Revolución Industrial, cuando las especies cariogénicas dominaron por completo a las otras especies, la mayoría de las cuales desapareció de nuestras bocas. La nueva dieta, basada en la concentración de azúcares y harinas refinadas, le dio rienda suelta a especies patógenas como P. gingivalis, T. forsythia y S. mutans, que además de contribuir a la formación de caries están ligadas a trastornos periodontales.
Después de leer este estudio, nos preguntamos: ¿Será posible devolver la salud a nuestro ecosistema oral microbiano? El mismo Alan Cooper se hace la pregunta de esta manera: “¿Qué pasaría si trasplanto los tipos de bacterias que observamos en cazadores-recolectores a la boca de personas que consumen dietas bajas en carbohidratos?” Y nos deja con una advertencia: “¡Eviten los enjuagues bucales!, la obsesión moderna de quitarnos todas las bacterias es contraproducente. Lo que debes querer es una comunidad microbiana diversa. En este caso es muy importante para detener la colonización de patógenos y mantener un ecosistema saludable. Nuestro problema es que no tenemos suficientes variedades de bichos y sí demasiados del tipo equivocado”.
Autor: IIEH
Fuentes:
La secuenciación de placa dental antigua calcificada muestra cambios en la microbiota oral con los cambios en la dieta del neolítico y la Revolución Industrial
Placa prehistórica y el aburguesamiento de la boca en Europa