¿Es el darwinismo una religión?

Guillermo Agudelo Murguía
Instituto de Investigación sobre la Evolución Humana, A.C-

 

Del libro “Darwin, el sapo y la charca”. Abdalla, M. Agudelo, G, Sandín, M. Ediciones Crimentales, 2009, ISBN 978-84-935141-2-8

 

Introducción

Se discute la semejanza del “darwinismo” con las religiones,(NOTA 1) considerada la religión como una garantía (de salvación del mundo, como un mal en su totalidad, de vida o de muerte) sobrenatural en el sentido de que va más allá de los límites a los que pueden llegar los poderes del ser humano, y cuyo modo de acción es misterioso e inescrutable, lo que no implica que la garantía sea ofrecida por una divinidad y que por lo tanto sea necesaria una relación entre una divinidad y la religión. Existen religiones ateas, pero consideramos que el darwinismo no es precisamente una religión atea ya que la garantía la da el azar, el misterioso e inescrutable azar.

La ciencia está en crisis de racionalidad, tanto la física como la biología presentan síntomas similares, con la diferencia que la física reconoce leyes naturales que condicionan el comportamiento de la materia inerte.

En la física los fundadores y seguidores de la interpretación o escuela de Copenhague postularon su filosofía de la física no sólo como una interpretación posible sino como la única viable. Intentos de enfoques básicamente diferentes, fueron ignoradas y aun ridiculizadas. Con el objetivo de introducir conocimiento controversial disfrazado como proposiciones intuitivamente llamativas.

No es sorprendente que por la necesidad de conceptos clásicos abunden enunciados contradictorios. 

La “reconstrucción racional” fue formulada por la ortodoxia con el fin primario de presentar cualquier alternativa como imposible en principio y previniendo con esto cualquier disidencia.

De acuerdo con E. Schrödinger, no todos los conceptos están destinados a sobrevivir pues una ciencia teórica... en la que los iniciados continúen hablándose en voz baja, en términos que, en el mejor de los casos, sean entendidos por un pequeño grupo de iniciados, será cercenada  del resto de la humanidad y a la larga estará condenada a atrofiarse y osificarse.(NOTA 2)

Lo anterior encaja perfectamente con la biología que se fundamenta en la teoría o teorías de Charles Darwin, que han sido la base del darwinismo que paradójicamente se ha convertido en una religión.

El darwinismo como religión

Este escrito trata de aclarar por qué no consideramos científica  la evolución darwinista. Creemos que Darwin no es culpable del cisma que se está dando en la ciencia desde hace ya bastantes años. El darwinismo tuvo su importante función en un contexto histórico determinado que hace muchotiempo ha sido superado. Pero sus apologistas y seguidores  se han empeñadoen un continuismo al hacer de Darwin un Profeta, un Iluminado al que hay que creerle sin cuestionar su “Palabra”, es decir crearon una religión que llamaron “Darwinismo”, de donde se derivaron ideologías como el nazismo y doctrinas económicas que, pasando por el capitalismo, han llegado al neoliberalismo. Más aun, hicieron de la competencia la única conducta capaz de llevar a la supervivencia y al éxito. Fatalmente secuestraron para su provecho la evolución, este proceso fundamental de la naturaleza.

Si el darwinismo fuese una ciencia, debería ser dialéctico pues el conocimiento debe ser dialéctico, es decir arriesgarse a ser derribado por la experiencia, cosa que  sus seguidores no permiten.

Una de las finalidades de la ciencia es la búsqueda de las leyes de la naturaleza, entonces ¿cómo es posible que una teoría que no acepta leyes, que se basa en el azar, en la que muchos de los fenómenos que trata son irrepetibles, sea considerada científica?.

Que el darwinismo se ha convertido en una religión es indiscutible, pues lo siguiente podría ser el evangelio sobre su “Verdad”:

“Revelación a Darwin, que para instruir a todos sus siervos sobre cómo han sucedido las cosas ha dado a conocer por sus intermediarios a sus siervos (aquí podemos colocar cualquier nombre de neodarwinistas o propugnadores del darwinismo ortodoxo.), los cuales dan testimonio de la palabra de Darwin y de todo lo que él ha visto. Bienaventurados los que leen y escuchan las palabras de esta teoría, Bienaventurados los que creen sus temas de charlatanería divulgados por revistas “científicas”, becados por fundaciones, premiados y honrados en enciclopedias que garantizan la continuación histórica de la farsa. Bienaventurados porque ellos heredarán el reino del engaño y del dinero”  

El darwinismo es una religión cuyos dioses son “El-Azar” que, así escrito, por sus raíces significaría “Mi dios - el dado con el que se pierde”, la competencia, el egoísmo con su premisa de la supervivencia del más apto y la tan alardeada “selección natural”.

Ésta, su diosa principal, es veleidosa como los dioses del Olimpo. Dice el biólogo Fernando Vallejo “…caprichosa como las estaciones del año, cambia de parecer según el tiempo y el espacio. Aquí determina una cosa, allá otra; hoy quiere esto, mañana siempre no. Fantasmal, nunca da la cara, siempre actúa per interpósita persona: unas veces es el clima, otras la salinidad del agua, otras los parásitos, la abundancia de depredadores, la escasez de presas, las plagas, los pájaros… y ha pasado a reemplazar a la Divina Providencia en las ciencias naturales.

Eric J. Chaisson, científico, autor de una plausible teoría sobre la evolución cósmica,(NOTA 3) declara que “sólo recientemente la selección natural ha llegado a ser vista por algunos como la que controla la evolución en forma absoluta. El poder de este concepto quintaesencial darwiniano está tan extendido en la biología y los campos relacionados, que muchos de los llamados ultra-darwinistas lo suscriben enteramente y sin límite, ciertamente con una clase de fervor similar al de los fundamentalistas de quienes ellos abominan. En la misma estrecha línea, los biólogos han adoptado una inflexible ideología basada en el supuesto que los genes regulan toda la vida (Dawkins 1996), la mayoría de los sicólogos evolucionistas (nacidos socio-biólogos) usan el concepto para revolucionar el estudio del comportamiento humano bajo estrictas líneas darwinistas (Wright 1994), y aún unos pocos filósofos se lo han ahora apropiado para explicar el significado de la vida y la conciencia (Dennet 1995). Ya Darwin en su tiempo se sintió obligado, en el prefacio de su última edición (1872) de su clásico, a dejar claro que los muchos y variados cambios de la vida no se debían a una sola causa, aunque esta estuviera siempre presente y fuera poderosa.”

Los defensores del darwinismo han sido siempre grandes sofistas, como ejemplo comentaremos el artículo “¿Quién le teme al darwinismo?”(NOTA 4) Uno de tantos en los cuales se exponen los argumentos más usuales utilizados en su defensa y en el cual se puede apreciar cómo el darwinismo es una religión. Dice el artículo (en adelante A):

A.    La teoría evolucionista de Darwin se ha convertido, desde su aparición en 1859, en componente básico de la cultura de occidente.  Un evolucionista moderno vuelve a la obra de Darwin una y otra vez.  Esto no tiene nada de sorprendente, ya que las raíces de todo nuestro pensamiento evolucionista  se remontan a Darwin. (E. Mayr, “Una larga controversia: Darwin y el darwinismo”, 1992, pág. 9.)

El “Origen de las especies”, de Charles Darwin (1859), produjo una revolución de enorme envergadura -aún más que las revoluciones copernicana y newtoniana en los siglos XVI y XVII-, que llegó a trascender los límites de la biología y a provocar el derrumbamiento de algunas de nuestras creencias más firmes.  A partir de ese momento, la idea de la evolución se introdujo en todos los campos del saber, convirtiéndose en un componente básico de la cultura occidental.

Comentario (en adelante C).- Primero que todo, hacemos notar que los darwinistas siempre que se refieren a su “libro sagrado” acortan el título con toda intención, ya que el título original correcto es “On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life —El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida—¿Quién favorece? ¿Algún ser sobrenatural? Lo demás es cierto, Darwin llegó para afianzar una cultura del engaño (NOTA 5) cuya génesis se remonta a los albores del ser humano. Es verdaderamente lamentable que se haya impuesto a la humanidad una filosofía anglosajona, que supuestamente era una ciencia, y a la cual están condenadas todas las interpretaciones de los descubrimientos científicos. Adoctrinados como estamos en que la búsqueda de la verdad es cuestión de fe, los darwinistas, como todo fundamentalista, se sienten “poseedores de la verdad” con el agravante de que cuentan, por obvia conveniencia, con todo el apoyo político y económico. (Ver “Una nueva biología para una nueva sociedad”)(NOTA 6)  . Se queja el autor de que:

A.- El darwinismo ha recibido ataques tanto de quienes se resistieron a aceptar las ideas implícitas o explícitas en el mismo, como de quienes pretendieron ‘corregirlo’. Y hay una suerte de conspiración, por lo que mi objetivo es presentar aquí algunos de los argumentos en contra del darwinismo y discutir la manera de rebatirlos. 

C.- Estas declaraciones con fuertes tintes sofistas, son muy parecidas a las que los fundamentalistas hacen de sus libros sagrados.

Una de las aseveraciones más desconcertantes en el artículo dice: 

Huxley y Lyell nunca creyeron en la selección natural ni suscribieron el gradualismo.

Sin embargo, en su libro How Nature Works, el autor Per Bak (NOTA 7)  comenta que fue en la época de Darwin cuando Charles Lyell formuló su teoría del gradualismo. La visión de Lyell era que todo podía explicarse en términos de los procesos que se observan alrededor nuestro trabajando a la misma relación fija todo el tiempo. Por ejemplo, las formaciones geológicas se suponen formadas en procesos suaves e ininterrumpidos, y toda la escala de eventos, aun los de mayor extensión y efectos deben ser explicados como extrapolaciones de procesos suaves e ininterrumpidos que están ahora operando, a las actuales tazas e intensidades que se observan. En otras palabras, el comportamiento a pequeña escala puede ser extendido suave e ininterrumpidamente acumulándose para producir toda la escala de eventos. No es necesario establecer ningún nuevo principio para los procesos grandes y largos, toda causalidad reside en la pequeñez del presente observable y todas las magnitudes pueden ser explicadas por extrapolación.

Darwin aceptó la visión gradualista de Lyell en toda su intransigente intensidad, Darwin creyó que este mecanismo, mutación aleatoria seguida por selección y proliferación de las variantes más aptas necesariamente conduciría a una evolución pareja y continua. Darwin declaró: ‘Nosotros no vemos nada de estos pequeños cambios en progreso hasta que la mano del tiempo las haya marcado con el transcurrir de las épocas.’ Esto es el gradualismo en una pequeña proposición.

A.- No hay acuerdo entre diferentes autores acerca de cuál fue el método científico de Darwin…A partir de la síntesis evolutiva de la década de 1930, "darwinismo" pasó a significar cambio bajo la influencia de la selección natural, es decir evolución variacional…Si bien en su Autobiografía admitió haber trabajado sobre sólidos principios baconianos y sin teoría alguna haber colectado datos, es evidente que muchas de sus ideas surgieron con anterioridad, y que recolectó datos para comprobar sus especulaciones. 

C.- Típica declaración de quien pretende defender lo indefendible: El autor, el profeta, el científico o quien se trata de defender dijo tal cosa,  pero no es eso lo que trató de decir, sino otra cosa que es lo que conviene a mi interpretación y a su defensa. 

A.- A partir de 1859 hubo varios intentos por remplazar el darwinismo por teorías que de algún modo contemplaran algún componente finalista o teleológico, hacia cierta "perfección" intrínseca, en lugar de la falta de finalidad explícita de la selección natural.

C.- El no aceptar la obviedad de que la evolución tiende o por lo menos tendía a adquirir cada vez mayor complejidad es una típica actitud del fundamentalismo. Lo teleológico no implica “perfección”, la supervivencia del más apto es en sí una teleología.

Es muy claro el fundamentalismo del artículo pues como puede apreciarse en el siguiente párrafo Gould, a pesar de ser darwinista, por haber formulado un mecanismo diferente al gradualismo para justificar la emergencia de nuevas formas de vida, es clasificado casi como “hereje”.

A.- Gould combinaba magistralmente erudición y amenidad.  Pero, ¿cuáles han sido sus contribuciones a la supuesta "corrección" al darwinismo?  Básicamente, dos: que la teoría de los "equilibrios discontinuos" (punctuatedequilibrium, en inglés) de Eldredge y Gould erosionó la ortodoxia darwinista, y que el "adaptacionismo" ha sido refutado o al menos relegado a un papel menor en la biología evolutiva (Dennett, 1995).

En 1972, Eldredge y Gould propusieron la teoría de los "equilibrios discontinuos" como alternativa al gradualismo darwiniano.  Mientras que los darwinistas ortodoxos tienden a considerar que la evolución es gradual, ellos propusieron que en realidad opera "a saltos": luego de largos periodos en que las especies permanecen sin cambio (equilibrio) se producen breves momentos de cambio. De este modo, los paleontólogos no deberían pensar en la ausencia de fósiles "intermedios", sino más bien que éstos bien podrían no haber existido nunca. Inicialmente, la teoría fue desestimada por los darwinistas, debido a que Gould y Eldredge no propusieron un mecanismo concreto para explicar cambios morfológicos grandes y repentinos.  

C.- Las opiniones del autor nos hacen comprender qué tan fuerte es la ortodoxia darwinista, porque existen ya varias propuestas sobre mecanismos concretos para explicar estos cambios morfológicos grandes y repentinos, como se puede ver en el artículo“Las estructuras disipativas en la evolución(NOTA 8)  o en el citado libro de E. J. Chaisson.

A.- Matemáticos, físicos, genetistas, bioquímicos y abogados forman un ejército que combate fervorosamente al darwinismo. 

C.- Más bien los darwinistas defienden fervorosamente al darwinismo, y no aceptan interpretaciones de la ciencia que no sean encajadas a fortiori en los postulados de la teoría sintética y si no tienen argumentos sólidos para defenderse, acusan de religiosos o anticientíficos a los argumentos en contra. Para ver hasta dónde llegan en este afán los darwinistas, que no son solamente los biólogos sino todo aquel que se precie de ser “un verdadero científico”, trascribimos una frase que aparece en la definición de “universo” en el diccionario de filosofía de Mario Bunge: (NOTA 9)  “Las hipótesis según las cuales el universo tuvo un principio y tendrá un final no son científicas sino teológicas.” ¡Con esto decimos adiós a Einstein y a todas las ciencias emergentes!

A.- Phillip Johnson, en Proceso a Darwin (1995), ha sugerido que la evolución darwiniana no está basada en hechos, sino en el materialismo filosófico. Esta suerte de fe en el naturalismo filosófico hace que el darwinismo se asemeje a una religión, (nuestro énfasis) citando para ejemplificar una frase de Richard Dawkins (1996), en “El relojero ciego”: “Se puede decir con total certidumbre que si uno encuentra a alguien que afirma no creer en la evolución, esta persona es ignorante, estúpida o loca (o es malvada, pero preferiría no considerar esta posibilidad)”.

C.- Afortunadamente nosotros sí “creemos” en la evolución; sin embargo, no sabemos si los epítetos de Dawkins nos sean aplicables al no ser darwinistas y apostar por la ciencia, porque la evolución no es un proceso que la biología o la genética o cualquier ciencia particular deba apropiarse. Es el proceso fundamental del universo en el cual deben concurrir todas las ciencias. Y no es asunto de “creencia”

A.- Pero, ¿qué es en realidad lo que Johnson critica del darwinismo?  Básicamente, que la complejidad biológica se atribuya a la acumulación de mutaciones y a la selección natural, lo cual nunca ha sido demostrado empíricamente; es más bien una deducción de la filosofía naturalista.  De este modo, los evolucionistas adhieren al naturalismo como una creencia metafísica.  Esto, que para muchos suena a herejía, sin embargo ha sido aceptado sin inconvenientes por el filósofo Michael Ruse, quien ha sostenido que "el lado científico tiene ciertos presupuestos metafísicos incorporados en la actividad científica, lo cual, […] creo que con toda honradez deberíamos admitir”.

C.- Al respecto Per Bak comenta: La complejidad trata con un fenómeno común en especies diferentes, así que el estudio de la complejidad debería beneficiarse de una aproximación interdisciplinaria. Esto no se da actualmente y aunque la ciencia del caos ha estimulado algo este punto de vista, los científicos ortodoxos no están dispuestos a ceder. Sin embargo, por las reglas de la sociología, a alguien de arriba le toca cambiar el curso de la ciencia. Muy pocos son los científicos que se aventuran a nuevas áreas que no han sido aprobadas de arriba. Hay una buena razón para esto, dado que los científicos jóvenes se quedan solos si se salen de las disciplinas tradicionales. Históricamente, en las universidades, las diferentes ciencias son confinadas a departamentos especializados con poca correlación.  Esto ha dejado grandes áreas de la ciencia sin explorar.” (NOTA 10) 

A.- Esta discusión acerca de los presupuestos ideológicos de la ciencia puede derivar en otro debate que con el tiempo resurge una y otra vez: el del darwinismo versus la religión.

En cuanto a los teólogos del siglo XIX, no necesariamente se convirtieron en sus adversarios.  La reacción de muchos religiosos fue positiva (Ruse, 2001).  Por ejemplo, los reverendos Baden Powell y Charles Kingsley alabaron  “El origen de las especies”.  Incluso el botánico Asa Gray, uno de los más firmes seguidores de Darwin en el nuevo mundo, era un cristiano devoto.

Recientemente, Michael Ruse (2001) ha publicado el libro “¿Puede un darwinista ser cristiano?” A lo largo del mismo, el autor discute ampliamente las dimensiones científicas, filosóficas y teológicas de la pregunta. Luego de examinar diferencias y coincidencias entre diferentes autores, Ruse concluye que darwinismo y cristianismo no son mutuamente incompatibles. 

C.- Lo cual quiere decir que Dios creó el universo por azar y sin ningún propósito. Hacer estas aseveraciones es exagerar hasta el límite tratando de darle validez a una teoría ya obsoleta, Sin embargo esto da muy buenos resultados pues así los religiosos purifican su conciencia y pueden ser a la vez creyentes en dos dioses ¡Aunque usted no lo crea!

Los darwinistas no se ponen de acuerdo en cuanto a que su religión sea compatible con el cristianismo, pues en la misma revista donde aparece el artículo que estamos discutiendo se publicó otro titulado “Relaciones entre ciencia y religión: ¿Cómo la viven los científicos?”, donde ésta dualidad se atribuye a malentendidos o se da por conveniencia como en el caso de Newton, “que produjo su obra en el reflujo de ésta revolución (el restablecimiento de la monarquía después de la dictadura de Oliver Cromwell). Newton era creyente y cristiano, pero su cristianismo era heterodoxo, y siempre estuvo interesado en cuestiones teológicas. No es difícil entender que, dada su posición de funcionario y la aplicación de medidas gubernamentales discriminatorias contra disidentes religiosos, haya sido prudente en la difusión de sus opiniones en este terreno, ya que ello podría haberle causado dificultades con la Iglesia oficial. También se podría conjeturar que quería distanciarse de los deístas para no aparecer como enemigo del Estado al que servía.”  (NOTA 11)

A.- Ahora bien, si las conclusiones de Ruse (que darwinismo y cristianismo no son mutuamente incompatibles) son correctas, ¿porqué existe en la actualidad debate entre creacionistas y evolucionistas? 

C.- Simplemente porque es el mismo fenómeno que sucede entre confesiones distintas: “Mi dios no es tu dios, el mío es el verdadero”.

A.- El fenómeno del llamado "creacionismo científico" parece circunscribirse a Estados Unidos de América, y las razones del mismo deberían ser motivo de un análisis sociológico. (Quizá no habría que descartar la ignorancia. ¿Acaso una encuesta de Gallup de 1993 no descubrió que el 47 por ciento de los estadounidenses cree que Homo sapiens es una especie creada sobrenaturalmente hace menos de 10 mil años?) 

C.- El autor tiene razón en cuanto a que el “creacionismo científico" parece circunscribirse a Estados Unidos de América pero  sugiere que esta teoría o el “diseño inteligente” han sido propuestas por ese 47 por ciento de los estadounidenses que pueden llamarse “ignorantes” por lo que todos los que no lo son deben, forzosamente, ser darwinistas. 

El darwinismo tendrá siempre problemas no sólo con los creacionistas sino con los resultados de las investigaciones científicas que en forma exponencial se están produciendo, como se muestra en el siguiente ejemplo.

En el diario El País, Javier Sampedro publicó el 18 de marzo del 2006 un artículo con el título  ‘Se busca un nuevo Darwin’, donde informa que:

Davidson y el paleontólogo Doug Erwin, conservador del Museo Nacional de Historia Natural, en Washington, han publicado en la revista Science (10 de febrero) una hipótesis sobre la evolución de los animales que entra en flagrante contradicción con la ortodoxia darwinista que se enseña en las universidades, se divulga en los best sellers científicos -desde El gen egoísta, de Richard Dawkins, hasta La peligrosa idea de Darwin, de Daniel Dennet- y, por tanto, se acepta como una verdad revelada (nuestro énfasis) por los intelectuales y científicos de otras áreas, como Steven Pinker y los demás psicólogos y filósofos que intentan aplicar la teoría evolutiva al dificultoso propósito de comprender la mente humana”. 

Pero en una actitud totalmente carente de sentido común declaran que no son antidarwinistas.

A.- En la celebración del 60 aniversario de la refundación de la Academia Pontificia de Ciencias (1996), el papa Juan Pablo II señaló claramente que: 
"... nuevo conocimiento ha llevado a reconocer que la teoría de la evolución es más que una hipótesis"
.  

C.-  La declaración de Juan Pablo II ha sido refutada por Benedicto XVI en una actitud más coherente, pues en realidad ciencia y religión son completamente incompatibles.  El Dr. Ruy Pérez Tamayo(NOTA 12) dice en su artículo “Ciencia y Religión”:(NOTA 13) “Para escribir sobre el tema de las relaciones entre la ciencia y la religión, lo primero que debe hacer el autor es exhibir sus credenciales con toda honestidad: en este caso se trata de un científico profesional con más de sesenta años de actividad en el campo de la investigación biomédica en la UNAM y que nunca ha sido religioso, o sea es ateo desde su nacimiento. A estas dos credenciales el autor agrega otra, para justificar un poco lo que sigue: Ha estado interesado en la filosofía de la ciencia y en las relaciones de esta disciplina con la religión católica desde que se acuerda, o sea desde hace ya muchos años.” 

Considera el Dr. Pérez Tamayo que existen tres escuelas de pensamiento o formas de enfrentarse a las relaciones entre ciencia y religión:

1. La guerra entre las dos formas de concebir el mundo o sea la incompatibilidad absoluta.
2. La coexistencia pacífica entre los dos conceptos de la realidad.
3. La integración de la ciencia y la religión en un solo sistema conceptual de la realidad.

Las tres formas anteriores de relación entre la ciencia y la religión revelan que, sin cambios o concesiones, las dos maneras de concebir la realidad son incompatibles.”

Por otra parte, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos sostiene que: 

"Muchas personas religiosas, incluso muchos científicos, afirman que Dios creó el Universo y los diferentes procesos que conducen la evolución física y biológica, y que estos procesos resultaron en la creación de galaxias, nuestro Sistema Solar y la vida en la Tierra.  Esta creencia, a veces llamada 'evolución deísta', no contradice las explicaciones científicas de la evolución."

Esta creencia la expresó Teilhard de Chardin hace más de 70 años y por ello fue sancionado de por vida por la Iglesia Católica y por las instituciones científicas.

La incompatibilidad entre darwinismo y creacionismo  no es entre ciencia y religión  sino entre dos religiones pues, insistimos, no consideramos al darwinismo como una ciencia sino como una religión, por lo que sus seguidores tendrán el problema que han tenido siempre las diferentes religiones entre si y con la ciencia. Por supuesto los darwinistas tienen que adaptar todos los descubrimientos científicos a su paradigma por más dañino que esto resulte para la humanidad.

El darwinismo, como religión, ha sido culpable de mil enredos, y uno de los propósitos del escrito en sí, es exponer precisamente eso.

A.- Tras 140 años de fracasados ataques, el darwinismo ha emergido cada vez más fortalecido (Mayr, 1992).  Todas las polémicas actuales dentro de la biología evolutiva se dan dentro del marco conceptual del darwinismo y aparentemente no existen argumentos racionales para oponerse al mismo. Hasta un antidarwinista admite que: "el modelo darwiniano es aún el único modelo evolutivo propuesto que invoca procesos físicos y naturales como agentes causantes del cambio evolutivo... El darwinismo constituye, entonces, la única teoría evolutiva verdaderamente científica" (Denton, 1986, pág. 355).

C.- El autor evade hablar de las ciencias emergentes como Complejidad, Caos y Dinámica no lineal, la termodinámica de IlyaPrigogine o la nueva ciencia de Stephen Wolfram quien en su libro A New Kind of Science presenta el fruto de sus esfuerzos por modelar todas las facetas de la naturaleza, incluyendo el universo mismo, con programas simples. La meta de este proyecto es lograr penetrar en el origen y la naturaleza de la complejidad.

Con los resultados de incontables experimentos generados por computadora, ha demostrado claramente que la complejidad debe ser incluida en la lista de comportamientos normales posibles de un sistema físico o biológico. De hecho, encuentra que aun sistemas que obedecen reglas simples pueden producir comportamiento complejo En particular, él es capaz de sugerir vías para modelar el universo conocido de una manera consistente con las leyes de la física. 

El autor se pregunta: 

A.- Entonces, ¿por qué será que resurgen una y otra vez distintas formas de antidarwinismo? Daniel Dennett (1995) propone una respuesta radical, al sostener que el darwinismo cala más hondo en nuestras creencias básicas, de lo que cualquier autor previo haya reconocido. Dicho de otro modo, la revolución darwiniana no es solamente una revolución científica, también es una revolución filosófica, y sus consecuencias exceden la biología hasta todos los campos del saber, transformando radicalmente nuestra visión del mundo. Simplemente, que la selección natural carece de propósito y por ende acaba con la idea del diseño. En palabras de Richard Dawkins (1996), la selección natural es como un «relojero ciego", que construye sin ver ni planear consecuencias, sin propósito alguno, y sus productos, sin embargo, parecen "diseñados".

C.- El citado científico Per Bak (NOTA 14) declara que desafortunadamente hay un punto de vista entre los biólogos en el que la evolución se entiende basada en las teorías pioneras y que no hay necesidad de hacer más trabajo teórico. Este punto de vista está establecido explícitamente en el libro de R. Dawkins, El relojero ciego. Nada previene más el progreso que la creencia de que todo ya se sabe, una creencia que se ha expresado varias veces en la ciencia por cientos de años.

III.- Conclusión

No es agradable tener que hablar contra lo establecido. Se gana uno el calificativo de negativo, anticientífico, ignorante, etc. Y peor aún, cuando no se tienen esperanzas de que las instituciones acepten nuevos paradigmas.

Mauricio Abdalla, en su ensayo “El principio de cooperación(NOTA 15)  nos dice sabiamente que el cambio requiere de una nueva racionalidad, una interacción justa con la naturaleza al igual que entre los seres humanos. Pero ¿cómo tener la esperanza de que el ser humano cambie voluntariamente? Nos engañamos, nos matamos, nos torturamos sin ningún pudor, debido a que, según los darwinistas, la vida es una “competencia implacable” ¿porqué no vamos a torturar, tratar de engañar y aniquilar a la naturaleza? Cuando las interpretaciones de los resultados de las investigaciones científicas tienen que sujetarse a dogmas, se oponen al más elemental sentido común, se cometen muchos errores en detrimento del auténtico espíritu científico y las contradicciones son inevitables. Las religiones se mantienen por siglos gracias al dogma, pero en la ciencia los dogmas impiden el progreso, lo que a su vez impide nuestro cabal entendimiento sobre la evolución, el proceso base del universo. Fundamentados en que el universo es producto del azar y sin propósito, ni los políticos, ni la mayoría de los científicos, menos aún la población en general, están dispuestos a ceder un ápice para cambiar de paradigma, pues en el actual se basan para que las potencias (los “más aptos”) se repartan el mundo. Los pueblos considerados inferiores lo son por “selección natural” y así es como debe ser. “Científicamente” se justifica la colonización económica actual. El darwinismo conduce también al etnocentrismo y al antropocentrismo que como ya dijimos alientan el dominio y destrucción de la naturaleza, una de las consecuencias nefastas de esta religión. Queremos hacer énfasis en que ninguna religión es mala per se. Todos tenemos el derecho de creer lo que más nos convenga. Pero en el caso del darwinismo, los dogmas controlan cualquier interpretación científica y esto es dañino para la ciencia misma. Pocas esperanzas existen de un cambio. No obstante, de acuerdo con el escritor argentino Ernesto Sábato: La historia de la humanidad es una larga serie de estupideces y maldades, pero es nuestro deber luchar contra la estupidez y la maldad.

 México D. F. marzo de 2006


Referencias y Notas

(NOTA 1) ABBAGNANO, Nicola. Diccionario de Filosofía. Fondo de Cultura Económica, México 1a Reimpresión 1999
[al texto]
(NOTA 2) BELLER, Mara, Quantum Dialogue (The Making of a Revolution), Chicago-Londres, The University Chicago Press, 1999
[al texto]
(NOTA 3) CHAISSON, Eric J. Cosmic Evolution. The Rise of Complexity in Nature. Harvard University Press. Cambridge, Massachusetts. London, England. 2001
[al texto]
(NOTA 4) MORRONE, Juan José, “¿Quién le teme al darwinismo?” en Ciencia, Revista de la Academia Mexicana de Ciencias, México, enero-marzo 2003, Vol. 54, No. 1, pág. 78-88,
[al texto]

(NOTA 5)  https://www.iieh.com/sociedad/articulos/sociedad/sociedad-la-cultura-del-engano
[al texto]
(NOTA 6) https://iieh.com/sociedad/articulos/sociedad/sociedad-una-nueva-biologia-para-una-nueva-sociedad
[al texto]
(NOTA 7) BAK, Per, How nature works, Nueva York, Copernicus, 1996
[al texto]
(NOTA 8) https://iieh.com/evolucion/evolucion/evolucion-las-estructuras-disipativas-en-la-evolucion
[al texto]
(NOTA 9) BUNGE, Mario. Diccionario de Filosofía, México, siglo xxi editores, 2001, pág. 214 
[al texto]
(NOTA 10) BAK, Per, Opus cit. 
[al texto]
(NOTA 11) SCHOIJET, Mauricio. “Relaciones entre ciencia y religión: ¿Cómo la viven los científicos?” en Ciencia, Revista de la Academia Mexicana de Ciencias, México, enero-marzo 2003, Vol. 54, No. 1, pág. 70-77.
[al texto]
(NOTA 12) Profesor emérito de la Facultad de Medicina de la UNAM, miembro de El Colegio Nacional, y de la Academia Mexicana de la Lengua. 
[al texto]
(NOTA 13) PÉREZ Tamayo, Ruy, “Ciencia y religión” en la Revista de la Universidad de México, No. 24, febrero de 2006, pág. 19- México 
[al texto]
(NOTA 14) BAK, Per, Opus cit.
[al texto]
(NOTA 15)  https://iieh.com/sociedad/articulos/sociedad/sociedad-el-principio-de-cooperacion
[al texto]

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