Darwinismo: Represión y censura
Guillermo Agudelo Murguía
Cuando se es disidente se está expuesto a ser víctima de la represión y la censura, entendida la represión como la acción que generalmente parte del poder para prohibir, estorbar, impedir, contener, detener o castigar acciones que van en contra de sus intereses, y censura, como la enmienda, supresión y demás actuaciones del poder sobre una obra o escrito.
En el caso que nos ocupa, el darwinismo, como paradigma dominante, es el poder que infiltra todos los campos del conocimiento, y sus prosélitos, los censores y represores son la gran mayoría de los miembros de la academia y la ciencia.
De acuerdo con Brian Martin,(NOTA 1) los académicos disidentes pueden ser atacados de varias maneras, incluyendo la negación de lo que sostienen, privación de valor, privación de los créditos de investigación, reprimendas oficiales, ser referidos a siquiatras, ostracismo por parte de los colegas, propagación de rumores, transferencia a otras localidades o a otros trabajos y expulsión. Inevitablemente, la justificación para dichos ataques es de pobre sustento o contienen otras fallas. En muchos casos los académicos están dispuestos a auto-censurarse. Pero, al menos en algunos casos, son victimas de la represión por supuesta herejía.
Cualquiera que haga algo que amenace el poder individual o de grupo, es potencialmente blanco de la represión y la censura. El caso clásico es el de quien informa o delata, que habla acerca de la corrupción o peligros para la salud pública, por ejemplo acusando a colegas de fraude científico o señalando el peligro de algún químico producido por su empleador.
Pero hay muchas otras víctimas de la represión que no se pueden clasificar como informadores. La gente puede ser víctima aún si no habla sobre, o no trabaja para una organización. Cualquiera que amenace una práctica establecida o a una política respaldada por intereses poderosos, es vulnerable a ataques. Esto incluye a quien hace investigaciones que no son bienvenidas o si aconseja una política rechazada –rechazada por grupos poderosos- o cuestiona los señalamientos de un círculo de poder.
Fue en 1979 cuando Brian Martin empezó por primera vez a investigar y escribir acerca de la represión a los intelectuales disidentes. Esto fue en el campo de los matemáticos que estaban interesados en aplicarse en asuntos ambientales y encontró un patrón de represión para los académicos ambientalistas. Mientras más atención ponía en el asunto, más casos represión se le mostraban. Entonces, después de publicar artículos acerca de la represión, más casos llamaron su atención. Al principio ni siquiera pensaba que la represión fuera un problema en la ciencia y la academia. Ahora él y muchos otros nos damos cuenta de que el problema se extiende a todas las áreas del conocimiento. Aunque cada caso tiene sus propias peculiaridades, existe una recurrencia regular en los aspectos prominentes en los casos de represión.
Cualquier académico que rete a un poder establecido probablemente será blanco de la censura tarde o temprano.
En su artículo, Brian Martin primero describe como valorar si está ocurriendo una censura y entonces sintetizar algunas introspecciones acerca de como resistir y sobrevivir a los ataques contra los disidentes. Pero en el caso del darwinismo la valoración de la represión y la censura son claras.
Según este autor, existen dos etapas principales en los casos de censura:
1.- Alguien hace algo que amenaza los intereses de algún grupo de poder, Ese algo puede ser investigación, enseñanza, comentario, etc., y el grupo de poder puede ser gobierno, industria ciencia, profesión, o simplemente un superior-
2.- El grupo de poder que se siente amenazado en sus intereses responde con acciones que van desde reprimendas, descalificaciones, colocación en lista negra, traslado de posición profesional, calumnias, censuras de todo tipo, hasta insultos y amenazas a la integridad personal.
Se pueden citar muchos casos, algunos verdaderamente dramáticos pero no es nuestra intención aburrir al lector.
Muchos académicos tienen una obstinada fe en el poder de la verdad. Creen que la gente realmente sabe lo que sucede, digamos en la corrupción, en el peligro a la salud de la población o en los ataques a la libre expresión que deben soportar.
Brian Martin aconseja a los académicos disidentes que no confíen en la verdad. Ésta es útil pero no suficiente. Ciertamente no se puede confiar en ella para controlar la influencia del poder.
Los académicos están entrenados para creer que la academia es un sistema para buscar y diseminar el conocimiento, y que el “mercado de las ideas” conducirá al triunfo de la verdad. Este no es un buen modelo. Es más útil tratar a la academia como un sistema de poder, dentro del cual el conocimiento juega un papel importante. Los gobiernos y las industrias no apoyan la investigación sólo por altruismo: se espera que los resultados sean útiles a sus fines, tanto de manera práctica como simbólica. Los beneficios, utilidades, poder y estatus son la clave.
Otro modo de enfocar lo anterior es recordar la frase de Lord Acton: “El poder tiende a corromper”, aquellos que tienen poder en la academia, en el gobierno, en los medios, etc., están propensos a usarlo para avanzar hacia sus propios fines y protegerse de amenazas.
Muchos disidentes creen en el poder de la verdad. Hablan, creyendo que el problema que apuntan rápidamente será rectificado una vez que la gente se entere de él. Pero casi siempre es el disidente quien ve el “problema” y quien “rectifica”.
Lo grave del asunto es que quienes censuran creen sinceramente que son ellos quienes están haciendo las cosas correctamente. Ellos piensan que los disidentes son incompetentes o peligrosos porque cuestionan un procedimiento válido o ponen en entredicho el apoyo para una empresa importante. Aunque entre los que atacan a los disidentes hay un gran porcentaje que siente que el disidente pone en peligro sus creencias y su estatus de poder. Este es el caso de los darwinistas.
Para los disidentes del darwinismo no hay método o estrategia que garantice el éxito. Menos aun en el caso de la evolución, donde es extremadamente difícil obtener apoyo, pues hay una fuerza de oposición al darwinismo, el creacionismo, que solamente hace más poderosa a la ortodoxia científica, ya que a cualquier teoría que contravenga sus intereses le achaca la etiqueta de creacionista, con lo que automáticamente la descalifica desde su punto de vista “científico”.
Documentar el tema es absolutamente indispensable si se esperan repercusiones, que en el caso de la disidencia del darwinismo serán inevitables.
En el tema de la evolución, los documentos y referencias en contra, son valiosos, pero tienen un impacto casi nulo para la mayoría de la gente, que no está familiarizada con la situación. De manera que ésta debe exponerse también en términos accesibles y entendibles a la mayoría de las personas para que, es necesario, estén enteradas de los riesgos que enfrenta la sociedad debidos al paradigma darwinista dominante.
Para Brian Martin, la obtención de apoyo es la más importante técnica de oposición, pero en el caso que nos ocupa, lo más difícil de conseguir.
Cuando se confronta a un poderoso grupo de intereses, hay que tomar en cuenta que por lo menos algún miembro de ese grupo probablemente este dispuesto a ayudar, aunque nunca será abiertamente y el apoyo se diluye en promesas.
Cuando algunos colegas tienen empatía, pueden ayudar a tener más fuerza. Pero la mayoría de quienes simpatizan con el disidente por lo general lo dejarán aislado, puesto que tendrán miedo de ser también victimas de la represión.
Otros disidentes pueden ser de gran ayuda, pues pueden dar soporte moral. Incluso se puede formar una asociación de disidentes, lo que sería muy útil. Pero esto implica cooperación, y en los países de habla hispana donde los paradigmas anglosajones están profundamente arraigados en la academia, la ciencia, la economía, etc. solo existe el competir.
Personas ajenas al tema, amigos personales, colegas de otras instituciones y aun gente de otros países, también podrían ser de gran ayuda.
Los grupos de movimientos sociales que pudieran ser de ayuda para los disidentes, no lo son, pues por lo general tienden también a ejercer la censura contra quien está en desacuerdo con alguno de sus métodos o prácticas.
Desgraciadamente, cuando se es disidente es importante tener algún aliado, pues ser atacado es sicológicamente devastador.
La represión y la censura funcionan mejor cuando están ocultas. Exponer a la vista del público puede, en ciertos casos, desacreditar a los represores.
Muchos académicos disidentes tienen terror a la media, alegando que toman los hechos equivocadamente. La media necesita entenderse como parte de un amplio sistema social de poder.
La mayoría de los periodistas son competentes y bien intencionados, pero trabajan bajo extrema presión. A menudo tienen que escribir varios artículos de diferentes temas en un día, por lo que es absurdo pensar que le puedan dar atención a una montaña de documentos y que investiguen a detalle el caso que el disidente plantea. Por eso, es una fortuna encontrar un editor que tenga el suficiente conocimiento e interés en el tema.
Algunos disidentes y denunciantes intentan hacer uso de los canales oficiales. Presentan denuncias o protestas formales, se acercan a instituciones de derechos humanos o inician un juicio. Pero no se puede confiar en los procedimientos oficiales, a menudo dan la apariencia de estar tratando con el problema, pero al final no logran nada para el disidente.
Los canales oficiales están diseñados para servir los propósitos de las organizaciones poderosas. Típicamente mantienen la discusión pública al mínimo. Se enfocan a los tecnicismos en vez de tratar el fondo del asunto. Se toman demasiado tiempo, disipando la urgencia que pudiera existir para resolver el asunto. Tienen muchas más relaciones con organizaciones represoras que disidentes.
Los casos de represión y censura por parte del darwinismo son de larga duración, tanto en términos de discusiones e indagaciones, como de consecuencias personales. Algunos disidentes siguen luchando por limpiar sus nombres después de 10 ó hasta 20 años después de haber recibido el primer ataque. Estamos concientes de la posibilidad de padecer en este compromiso a largo plazo luego de habernos preguntado si vale la pena perder años de nuestras vidas en esta causa.
Sabemos que la lucha será larga, difícil, antipática, malintencionada, molesta y hasta repugnante. Y sabemos también que las posibilidades de éxito son escasas, pero aun así sentimos la obligación de enfrentarla.
Y es por esta obligación que este año de 2009 en el que se desbordan las alabanzas a Darwin, presentamos en este sitio artículos no ortodoxos, para, aun cuando sea mínimamente, contrarrestar la publicidad exagerada que se hacen los represores darwinistas con el pretexto de celebrar los 150 años de la aparición de su libro.
Abril de 2009
(NOTA 1) Brian Martin es profesor asociado en estudios de Ciencia y Tecnología de la University of Wollongong, es doctor en física teórica por la Sydney University. Es autor de varios libros y 150 artículos de diferentes temas que incluyen métodos numéricos, astrofísica, ciencia y sociedad, etc. Es cofundador de la Red australiana de disidentes y presidente de Denunciantes Australia.
Hemos tomado las referencias de la versión original de su artículo publicado bajo el título “Advice for the dissident scholar" en Thought & Action, Vol. 14, No. 1, Spring 1998, pp. 119-130, con grandes cambios editoriales.
(al texto)