La Vía Láctea, cuya vista nuestros antepasados gozaran en toda su plenitud, ya no puede ser observada en el cielo nocturno por 80% de los norteamericanos y 60% de los europeos.
La vista de la Vía Láctea fue fundamental en el desarrollo de las sociedades humanas, desde el comienzo de la especie. La Vía Láctea fue concebida como el azulado espinazo de la noche, la leche de las mamas de las diosas Galactea o Hera, espuma en el mar celeste, la serpiente de Midgard o la Coatlicue vestida de serpientes. Dio origen a un sinnúmero de mitos, ideas y conceptos complejos, algunos de los cuales aún impregnan el pensamiento contemporáneo sobre la vida, la muerte y el lugar del ser humano en el mundo. Esta semana, Science Advances publicó un estudio que revela el atlas de contaminación lumínica en nuestro planeta. Los resultados no son sorpresivos pero sí aplastantes: gran parte de los habitantes de países desarrollados no pueden ver la Vía Láctea.
Las luces artificiales en los centros urbanos aumentan la luminancia del cielo nocturno y crean el efecto más visible de contaminación lumínica: el halo luminoso artificial (o skyglow). A pesar de que provoca efectos profundos en diferentes campos como la ecología, la astronomía y la salud pública, la contaminación lumínica no está siendo cuantificada sistemáticamente a nivel global. Por eso este estudio, llevado a cabo por un equipo internacional de investigadores, resulta tan importante. La contaminación lumínica, que quede claro, es la alteración de los niveles nocturnos de luz causados por fuentes antropogénicas. Los niveles naturales nocturnos de luz son regidos por fuentes celestes naturales, en particular la Luna, emisiones atmosféricas naturales y la Vía Láctea.
Mediante imágenes de satélite de alta resolución y mediciones de luminosidad desde tierra, compilaron un atlas lumínico que muestra como el 83% del mundo, pero 99% de Estados Unidos, Europa, Singapur, Corea del Sur y Japón viven bajo condiciones de contaminación lumínica. México se encuentra en un nivel muy similar que China, en medio de la tabla, por porcentaje de áreas. Los países menos afectados son el Chad, Madagascar y la República Centroafricana, que existen en condiciones casi prístinas.
Los autores del estudio, dirigidos por Fabio Falchi, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Contaminación Lumínica, concluyeron que un halo luminoso cubre zonas donde habita la mayoría de los seres humanos y les impide observar la galaxia. Esto tiene un impacto potencial sin precedentes. Dan Duriscoe, coautor del estudio, comentó sobre sus resultados: “Lo que nos sorprendió es la amplitud de la cobertura del halo de las zonas urbanas hacia las zonas rurales o despobladas incluso”. Por ejemplo, especificó, “si vives en Suiza y quieres observar la Vía Láctea, es necesario viajar más de mil kilómetros”.
Por supuesto, es difícil tener envidia de los cielos no contaminados por la luz de los que goza Corea del Norte, pero la contaminación lumínica tiene consecuencias negativas reales:
- Perturbaciones del sueño. La exposición a ciertas ondas de luz durante la noche inhibe la producción de melatonina y puede perturbar el sueño.
- Efectos en animales. La luz artificial daña los ecosistemas de animales nocturnos de formas inesperadas. Las tortugas marinas se confunden con la luz de ciudades costeras y pierden su habilidad de navegar. Aves migratorias sufren de igual manera. El plancton pierde la capacidad de digerir algas que contaminan lagos y presas.
- Desperdicio de energía. La luz durante las noches es útil pero, ¿necesitamos tanta? Según un estimado, el 40% del consumo de electricidad de una ciudad se debe al alumbrado público.
- Puede atrofiar nuestro sentido de pertenencia al universo. Esto es más abstracto que las anteriores pero muchos astrónomos hablan de la tragedia de separarnos de las estrellas. La falta de un cielo iluminado por la Vía Láctea durante la noche transforma su sentido de la escala del universo y su lugar en él.
Ya hay varias iniciativas en países desarrollados para regresar a cielos más oscuros. Una de las más prometedores es la de sustituir el alumbrado público actual por leds que sólo emiten luz hacia abajo. También se han creado varios proyectos para preservar regiones de cielo oscuro, que debe ser el objetivo para el futuro. Vale la pena recordar que no por nada la astronomía es la ciencia más antigua de la humanidad.
Autor: IIEH
Fuentes:
El nuevo atlas mundial de luminosidad nocturna artificial