El ritmo de deforestación de la selva amazónica se ha acelerado este año y en julio superó las marcas previas.
La selva amazónica se está haciendo más pequeña. En 2018, desparecieron más de 1.3 millones de hectáreas de vegetación sólo en Brasil. Desde que Jair Bolsonaro se convirtió en presidente de ese país en enero de 2019, el apoyo a la agroindustria se ha redoblado y, en consecuencia, también la destrucción sistemática de la Amazonia. A pesar de advertencias en otros países del mundo durante la primera mitad del año, de estudios alarmantes e imágenes por satélite reveladoras, en julio se redobló la deforestación de esa región vital para el planeta.
Este julio se registró una disminución de 2255 kilómetros cuadrados de selva amazónica brasileña, un aumento de casi 300% comparado con los 597 km² en julio de 2018. El informe, producido por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del Brasil (INPE), fue criticado fuertemente por el propio Bolsonaro, quien destituyó esta semana a su director, Ricardo Osorio Galvao (profesor de la Universidad Pública de Sao Paulo), por divulgar datos “falsos” que dañarían la imagen de Brasil. Bolsonero argüye que otros países quieren usar la crisis ambiental para frenar el “enorme potencial de Brasil para producir alimentos”. Bolsonaro dice querer rescatar a los habitantes de territorios indígenas para introducirlos a las “maravillas de la vida moderna”. Además, ha amenazado retirar a Brasil del Acuerdo de París para la reducción de emisiones de CO2.
El ritmo de deforestación de la selva amazónica brasileña durante este mes de julio significa la destrucción de un área equivalente a 3 campos de futbol cada minuto de cada día. Otras fuentes, científicos independientes y ambientalistas, han confirmado las cifras del INPE. La deforestación de la Amazonia se debe, sobre todo, a la industria maderera, al cultivo de la soya para alimentar el ganado y a la producción misma de carne de res. Todo parece indicar, dado el poder político de la agroindustria brasileña actual, que la deforestación seguirá intensificándose, con un costo altísimo: la biodiversidad y la enorme absorción de dióxido de carbono de la Amazonia no tienen paralelo en este planeta; además, es el hogar de cerca de un millón de indígenas.
Tal vez convenga que otros países del mundo firmen acuerdos de protección ambiental con Brasil, similar a los que ya existen entre Colombia y Noruega, Alemania y el Reino Unido. Noruega, por ejemplo, se comprometió a pagar 50 millones de dólares anualmente a Colombia a cambio de llevar a cabo verificación de emisiones y el compromiso de proteger su parte del Amazonas. Este acuerdo fue renovado y durará, al menos, hasta el año 2025. El caso de Brasil es cuantimás urgente porque, se cree, la selva amazónica puede alcanzar un nivel de estrés del cual ya no podrá recuperarse.
Traducción: IIEH
Fuentes:
Deforestación del Amazonas: El gobierno de Bolsonaro ha sido acusado de manipular datos
Colombia y Noruega fortalecen la cooperación para prevenir deforestación