Un estudio publicado la semana pasada en la revista Nature provee evidencia de que los peces de criadero y los peces en su estado natural son diferentes a nivel genético y que sufren esos cambios de forma acelerada.
Los mecanismos genéticos que tienen lugar durante las primeras etapas de la domesticación de animales y plantas todavía nos son desconocidos. El estudio, llevado a cabo por científicos de la Universidad Estatal de Oregón, analizó los genomas de crías de truchas arcoíris o salmonada (Oncorhynchus mykiss), tanto de primera generación de criadero como salvajes. Los biólogos, en su mayoría, creen que la respuesta del genoma de una especie a presiones selectivas puede tomar varias generaciones; es decir, es necesario un periodo largo de selección artificial para provocar alteraciones evidentes a nivel genómico. Por ello, los autores del estudio exploraron con particular atención los cambios hereditarios en los patrones de la expresión de los genes; es decir, la adaptación genética como respuesta a la cautividad y al contacto con los seres humanos.
Ya un estudio anterior había demostrado que estos mismos peces de criadero tienen un 85% de efectividad para reproducirse, comparados con sus congéneres en estado salvaje. En cautividad, sin embargo, se reduce la aptitud de la trucha salvaje a tan solo la mitad. El nuevo estudio se enfocó en medir, de manera directa, la actividad de los genes mismos; encontró que cientos de genes (723, para ser exactos) se expresaban de manera diferente entre los dos grupos de trucha. En otras palabras, las primeras etapas de domesticación se caracterizan por cambios masivos y heredables en la expresión de los genes. Los cambios genéticos no pudieron ser detallados con precisión pero corresponden sobre todo a genes en las secuencias reconocidas como de reparación de heridas, inmunidad y metabolismo. Los autores del estudio sospechan que esto se debe a que en el proceso de domesticación es necesaria, antes que nada, la adaptación al hacinamiento, y no a proporcionarse alimento.
Con la conclusión del estudio en turno, se termina el debate de que si los peces de criadero y la población salvaje son genéticamente diferentes. Además, las nuevas expresiones son profundas y completamente heredables. “Un criadero de peces es un ambiente muy artificial que produce presiones profundas de selección”, dijo Michael Blouin, uno de los autores, “estar encerrado en una caja de concreto con 50 mil otros peces y comer sólo alimento granulado está, obviamente, muy lejos de la vida en un arroyo abierto”.
El problema de los criaderos es muy complejo: se libera a las crías, a cientos de miles de ellas, en los ríos donde nada también la población salvaje, con la que se mezclará. La población salvaje, por supuesto, está en un estado precario de conservación, dadas la sobrepesca y la construcción de presas. Así, se han conformado dos bandos de opinión, uno aboga por la desaparición de los criaderos y la protección de los ríos, mientras que el otro pretende robustecer la población salvaje con peces criados artificialmente. Tal vez cuando se comprendan mejor los cambios genéticos que sobrellevan las poblaciones de criadero, será posible modificar la manera en que se cría a los peces para producir individuos no tan alejados de su estado salvaje.
La importancia de la domesticación para la supervivencia y desarrollo de nuestra especie no puede exagerarse: a lo largo de miles de años, hemos seleccionado rasgos, útiles o llamativos, en una inmensa variedad de plantas y animales. Los resultados de estos procesos evolutivos han sido, a la vez, fascinantes y terribles: la agricultura y la explosión demográfica, las epidemias infecciosas y la muerte de millones. Muchos años después, apenas comenzamos a comprender las consecuencias genéticas de nuestras acciones en otros seres vivos.
Autor: IIEH
Fuentes:
Una sola generación de domesticación altera de forma hereditaria la expresión de cientos de genes
Evidencia genética de que los criaderos de salmón provocan cambios genéticos sustanciales y rápidos