Enfrenta pacto climático un reto
Por Clifford Krauss y Diane Cardwell
The New York Times, Reforma, México, 6 febrero 2016
Menos de dos meses después de que líderes mundiales firmaron un extenso acuerdo para reducir las emisiones de carbono, el compromiso global con fuentes de energía renovable enfrenta su primera gran prueba al tiempo que colapsa el precio del petróleo.
Animados por los bajos precios de la gasolina, los consumidores en Estados Unidos en gran medida le sacan la vuelta a los autos eléctricos en favor de camionetas y vehículos deportivos utilitarios de bajo consumo de combustible. Sin embargo, la Administración Obama no ha dado señales de retroceder en su requisito de que los fabricantes automotrices casi dupliquen la eficiencia en el consumo de combustible de sus vehículos para el 2025.
En China, funcionarios gubernamentales también toman medidas para asegurar que la reciente caída en los precios del crudo a menos de 30 dólares por barril no socave sus programas para mejorar la eficiencia energética.
Para que el acuerdo climático funcione, los gobiernos deben resistir el atractivo de los combustibles fósiles baratos y optar por políticas que alienten y, en muchos casos, requieran el uso de fuentes de energía de cero carbono. Pero esas políticas pueden ser costosas y políticamente impopulares, sobre todo al tiempo que los combustibles tradicionales se vuelven aún más baratos.
"Ésta será una prueba de fuego para los gobiernos –si toman o no con seriedad lo que hicieron en París", aseveró Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía.
Hasta hoy, no hay señales de que los dos consumidores de energía más grandes del mundo -EU y China- estén titubeando. Con ambos manteniendo el rumbo, hay optimismo entre los partidarios del acuerdo de que el ímpetu sea demasiado fuerte como para detenerse. Y pese a la reciente zozobra en los mercados energéticos, las industrias de energía renovable están prosperando.
En EU, el Departamento de Energía proyectó recientemente que el total de energía renovable consumida en el País este año se incrementará en un 9.5 por ciento, y la perspectiva a mayor plazo luce promisoria. Tan sólo la generación de energía solar a gran escala para servicios públicos se espera que aumente 45 por ciento para el 2017.
En China, el Gobierno implementó una regla de que, independientemente de qué tanto caigan los precios del crudo, el precio de la gasolina y el diesel se seguirá fijando como si el precio mundial del petróleo continuara en 40 dólares por barril. La meta es evitar que estos combustibles se vuelvan tan baratos que los ciudadanos empiecen a consumirlos indiscriminadamente.
Tampoco se permitirá que la industria refinadora de China, en su mayoría de propiedad estatal, conserve las ganancias extras por comprar crudo barato y vender gasolina y diesel como si el barril aún costara 40 dólares. En vez de ello, el Gobierno chino tomará el margen de utilidad extra de la refinación e invertirá el dinero en un fondo especial para conservación de energía y control de la contaminación.
Sin embargo, por todo el mundo, el panorama no es todo color de rosa para las tecnologías de cero emisiones.
Los bajos precios del crudo ponen en riesgo el desarrollo de combustibles alternativos para reemplazar al petróleo en el transporte y la industria, incluyendo los biocombustibles que alguna vez parecían muy prometedores. El petróleo barato también reduce el precio del diesel, principal competidor de energías renovables en la propagación de generación eléctrica a zonas rurales pobres de África y el Sureste de Asia.
Y si declina el apoyo de los gobiernos, las industrias de combustibles alternativos podrían sufrir un golpe.
Muchos países en desarrollo han aprovechado el declive en los precios del petróleo para eliminar subsidios al consumo de combustible. India, Indonesia y Angola han tomado esa acción, medida que, señalan economistas, evitará que millones de barriles de crudo sean quemados cada año en el futuro.
El mes pasado, Arabia Saudita, una de las naciones de mayor consumo energético, subió los precios de la gasolina en un 50 por ciento, y los del gas natural para la industria y la generación eléctrica en un 67 por ciento.
Los partidarios del pacto climático señalan que los bajos precios del crudo pueden beneficiar o perjudicar en la marcha a las energías renovables.
"Es una espada de dos filos", dijo Amy Myers Jaffe, experta en energía en la Universidad de California, en Davis. Apuntó que los precios bajos del petróleo reducían la inversión en perforación, lo que significaba menos emisiones de metano en los pozos, y "eso claramente no ha desacelerado el cambio hacia la energía renovable".
Sin embargo, al mismo tiempo, agregó Jaffe, los bajos precios de la gasolina hacen que conducir sea más atractivo, y además en vehículos más grandes.
"Es perjudicial para los autos eléctricos, porque lo que te hacía considerar comprar uno era que te dolía llenar tu coche con gasolina tan cara", externó.