Determinar el sexo de un dinosaurio no es cosa fácil.
Desde el punto de vista de la anatomía esquelética anatómica, los dinosaurios machos y hembras son prácticamente idénticos. La forma de los huesos no ofrece pistas pues no existía dimorfismo sexual a ese nivel en los dinosaurios. Incluso en las especies de dinosaurio que portaban portentosas osamentas o armaduras colosales, no hemos distinguido los picos, crestas o placas que marcarían a cada sexo. Pero la arquitectura evolutiva de los huesos no lo es todo. Gracias a un par de sorpresas, algunos antropólogos tuvieron la oportunidad de identificar algunos dinosaurios hembra.
En 2005, Tamaki Sato y sus colegas descubrieron el fósil de un oviraptorosaurio fosilizado con un huevo asentado entre los huesos de su cadera. Ese mismo año, la bióloga molecular Mary Schweitzer y su equipo hicieron público un método para identificar dinosaurios hembra a través de sus embarazos. El interior de un hueso de un fémur de T. rex (MOR 1125) contenía un tipo de tejido en particular, el hueso medular, el mismo tipo que todavía se encuentra en las hembras preñadas de aves actuales, que lo producen cuando los niveles de estrógeno se disparan después de la ovulación. El proceso fue puesto en duda hace una década pero apenas este mes el mismo equipo de científicos publicó, en la revista Nature, un estudio donde se demuestra con certeza su efectividad.
El hueso de MOR 1125 no era una patología, como algunos paleontólogos lo habían descrito, el dinosaurio era una hembra embarazada en el momento de su muerte. Schweitzer y sus colegas examinaron el tejido dentro del hueso con metodologías diversas, realizando tomografías pero también definiendo su composición química exacta. La clave, dicen los autores, se encontraba en reconocer que un hueso medular es químicamente diferente de otros tipos de hueso: Contiene una proporción más elevada de contenido mineral y biomoléculas llamadas glicosoaminglicanos. Cuando los científicos emplearon una cepa para revelar la presencia de éstas biomoléculas, la reacción se ajustó por completo a la expectativa; el fémur de MOR 1125 contenía tejido muy rico en los minerales pronosticados.
Las hembras embarazadas de dinosaurio también formaban huesos verdaderamente medulares en su interior, hecho que abre muchas posibilidades en el campo de estudio de la vida de los dinosaurios. Además, nos brinda algo de igual valor, aunque de una manera más sutil. La imagen típica de un dinosaurio, su conclusión y tumba, es la roca; su largo reinado sobre el planeta se puede reducir a la estampa de un fósil. Sus huesos y otros tejidos han sobrevivido hasta nuestro tiempo en forma mineralizada, pero no ha desaparecido toda la criatura original.
“Se cree que los componentes orgánicos originales fueron destruidos durante el proceso de fosilización a lo largo de millones de años”, escribe Schweitzer. “Sin embargo, hemos demostrado que los tejidos, las células y fragmentos de moléculas originales pueden persistir a través de eras geológicas”. Los dinosaurios no se convirtieron en piedra como los troles cuando eran sorprendidos por el sol de la mañana. Su estudio nos invita a verlos como algo más que rocas en forma de huesos, porque después de todo este tiempo aún existen jirones de los animales vivos.
Traducción: IIEH
Fuentes: Paleontólogos examinan una T. rex embarazada
La química apoya la identificación de tejido reproductivo de género específico en Tyrannosaurus rex