El hielo alrededor del Polo Norte se está ennegreciendo, no sólo por el efecto de incendios forestales y algas marinas sino por el, cada vez más abundante, tráfico de embarcaciones en el Ártico.
En febrero del año pasado, un gasero ruso, el Christophe de Margerie, hizo historia al navegar por las aguas heladas de la ruta marítima del norte en pleno invierno. Este viaje pionero, desde Jiangsu hasta un puerto remoto del Ártico en Siberia, fue celebrado como el inicio de una nueva era que podría remodelar las rutas marítimas mundiales, reduciendo el tiempo de viaje entre Europa y Asia en más de una tercera parte.
Esto, por supuesto, ha sido posible gracias a la crisis del cambio climático. La disminución del hielo polar ha provocado que el tráfico marítimo en el Ártico aumente un 25% entre 2013 y 2019, y se espera que esta tendencia continúe. Pero el transporte marítimo en el Ártico no solo es posible gracias a la crisis climática: también la agrava. La presencia de más barcos significa un aumento de emisiones de gases y partículas queaceleran el derretimiento del hielo en esta sensible región debido a un complejo fenómeno relacionado con el "carbono negro", un contaminante atmosférico formado por la combustión incompleta de ciertos combustibles fósiles.
Cuando el carbono negro, u hollín, cae sobre la nieve y el hielo, reduce su albedo y aumenta drásticamente el deshielo. La nieve y el hielo ennegrecidos, al absorber más energía, se derriten mucho más rápido que la nieve blanca que refleja el calor, creando un círculo vicioso de calentamiento más rápido. Los ecologistas advierten que en el Ártico, que se está calentando cuatro veces más rápido que la media mundial, se ha producido un aumento del 85% del carbono negro procedente de los barcos entre 2015 y 2019, principalmente por el aumento de los petroleros y graneleros.
Sin embargo, a diferencia de otros sectores del transporte, como la carretera, el ferrocarril y las vías navegables interiores, en los que las normas locales de calidad del aire frenan las emisiones, no existen regulaciones para el transporte marítimo. En noviembre pasado, la Organización Marítima Internacional (OMI) adoptó una resolución sobre el uso de combustibles más limpios en el Ártico para reducir el carbono negro, pero sólo en calidad de medida voluntaria. La semana pasada, una coalición de grupos ecologistas advirtió en una reunión del subcomité de contaminación de la OMI que su resolución hacía muy poco para afrontar la crisis climática del Ártico. Presentaron un documento en el que pedían a los gobiernos que acordaran leyes obligatorias para reducir las emisiones de carbono negro del transporte marítimo en la región.
"Estamos llegando a un punto de quiebre para el clima", afirmó Lucy Gilliam, responsable de política marítima de Seas at Risk (“Mares en peligro”). El pasado lunes, los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU advirtieron que era "ahora o nunca" para actuar a fin de evitar el colapso climático. Llegaron a la conclusión de que la comunidad internacional no está cumpliendo los compromisos climáticos, pero criticaron en especial el problema del sector del transporte marítimo y a la OMI.
"Los estados miembros de la OMI deben confirmar una acción mundial ambiciosa y urgente para reducir de manera contundente las emisiones de carbono negro procedentes de los buques en esta década, y así mitigar la crisis climática en el Ártico", declaró la Dra. Sian Prior, asesora principal de la Alianza para un Ártico Limpio, una coalición de 21 grupos sin fines de lucro que presionan a los gobiernos para la protección de la fauna y la flora de la región.
Según la Alianza, si todas las embarcaciones que utilizan petróleo crudo pesado en el Ártico cambiaran a un combustible destilado más limpio, se reducirían sus emisiones de carbono negro en un 44%. El crudo pesado es un aceite viscoso, barato y de baja calidad, abundante en elementos como el nitrógeno y el azufre, que lo hacen más contaminante que los destilados. Si todos los buques instalaran, además, filtros de partículas dísel, que reducen las emisiones al capturar y almacenar el hollín, el carbono negro podría reducirse en un 90% más.
Paul Blomerus, director de Clear Seas (“Mares claros”), un instituto de investigación independiente de Canadá financiado por la industria y el gobierno, da esperanzas: "Muchos buques canadienses ya están empleando combustibles destilados, adelantándose a la prohibición de la OMI, lo que reducirá las emisiones de carbono negro. Se podría argumentar que la OMI tiene una influencia limitada y que deberíamos concentrarnos en la descarbonización para alcanzar un nivel neto cero en 2050".
También señaló el importante papel que desempeña Rusia en el transporte marítimo del Ártico. "Es una incógnita, en las circunstancias actuales, si Rusia cumplirá con las restricciones marítimas necesarias", dijo. Rusia colinda, de hecho, con más kilómetros del océano Ártico que cualquier otro país del mundo.
Autora: Karen McVeigh
Fuente: El "carbono negro" amenaza al Ártico al abrirse las rutas marítimas con el calentamiento global
Traducción: IIEH