OJO CLÍNICO
Enrique Goldbard
Reforma, México, 2 mayo de 2012
Parkinson
En uno de esos días a los que se le adjudica la celebración de algo que no tiene razón para ser celebrado, en este caso el 11 de abril convertido en Día Mundial de la enfermedad de Parkinson desde 1997, se ha tratado de hacer conciencia sobre la que se considera como la enfermedad degenerativa del sistema nervioso central con más impacto en la población mundial adulta.
Este padecimiento, descrito por primera vez en 1817 por el médico ingles James Parkinson y bautizado con el nombre de "parálisis agitante", queda caracterizado de ahí en adelante con esos dos simples términos aparentemente paradójicos.
La enfermedad de Parkinson (o PD, en inglés), a pesar de los indudables avances en el ámbito de la investigación el origen, evolución, síntomas, diagnóstico, tratamiento y demás, es innegable que quedan grandes lagunas, incluso en información que debiera ser fácil de obtener, como es la epidemiológica. En México se habla de 500 mil casos, misma cifra que se maneja para los Estados Unidos, país con el triple de población que el nuestro. En la Unión Europea la cifra es de 1.2 millones de enfermos, cuando tan sólo en el Reino Unido algunas fuentes mencionan cerca de un millón de casos.
Además, en el mismo renglón, un 10 por ciento de pacientes con Parkinson se hallan en la actualidad en el grupo de adultos menores de 50 años, los casos de gente famosa como Mohammed Alí y el actor Michael J. Fax son de sobra conocidos
Otra área de desconocimiento, extrañamente, es la sintomatología, aún cuando al parecer todo mundo sabe que el Parkinson se caracteriza por alteraciones motoras como la rigidez y los temblores. En una encuesta efectuada en línea en el 2009 por la Asociación Europea de la Enfermedad de Parkinson en la que participaron alrededor de 5 mil personas, más del 50 por ciento de ellas desconocía que el Parkinson era un padecimiento neurológico que trastornaba el movimiento y más del 75 por ciento ignoraba que la rigidez era una manifestación clave de la enfermedad.
Aunque los signos motores como los mencionados son característicos, existen otros no motores que pueden ser tan insoportables o más que los primeros, como por ejemplo: problemas de sueño, depresión, alteración de la visión y del sentido del olfato, déficit de atención o dificultad para planear y efectuar tareas cotidianas.
Se sabe ya desde hace algún tiempo que la pérdida de células productoras de la sustancia química dopamina provoca la enfermedad; se desconoce, no obstante, el mecanismo íntimo. El factor genético como causa es una de las certezas.