La dieta paleolítica o paleodieta es un régimen dietético moderno que busca imitar la alimentación de los cazadores-recolectores del Paleolítico, antes de la aparición de la agricultura hace poco más de 10 mil años.
El incentivo de la paleodieta se centra en la genética: el Homo sapiens y sus ancestros evolucionaron desde hace 2.5 millones de años comiendo lo que dictaban sus instintos. Hasta que se inventó la agricultura. Así, dicen sus defensores, 2.5 millones de años de evolución del sistema digestivo nos hizo más afines a los alimentos del Paleolítico que a la muy diferente dieta que adoptamos cuando se hizo posible cultivar y criar nuestra comida. La paleodieta consiste en comer alimentos que en la prehistoria podían ser recolectados, pescados o cazados: una gran cantidad y variedad de vegetales, huevos, carnes bajas en grasa (de preferencia carne de caza o ganado alimentado con pasturas), pescado y aves. Además, mariscos, insectos, miel de abeja, frutas, nueces, semillas, hongos, hierbas y especies. Para beber, agua o té. Como se ve, el hombre del paleolítico comía muchísima fibra, se piensa que hasta 100 gramos de fibra al día. Las variedades de frutas y vegetales que consumimos hoy, desarrolladas durante miles o cientos de años, poseen una fracción de la fibra que tenían antes.
A grandes rasgos, la paleodieta recomienda un régimen alimenticio alto en proteína (20-35%), bajo en carbohidratos (22-40%) y con un contenido de grasa similar al de la comida occidental (28-58%). ¿Qué comidas están prohibidas o restringidas en la paleodieta? Los productos lácteos, las leguminosas y los cereales (producto de la agricultura), la sal, la azúcar refinada, los aceites procesados. También, claro, se evita el consumo de alimentos derivados de éstos, como el pan, la pasta, las hamburguesas, las pizzas, etc. A fin de cuentas, se elimina gran parte de la comida asociada con la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, que se han incrementado enormemente durante las últimas décadas.
S. Boyd Eaton, nutriólogo que ha practicado la palodieta desde hace más de 30 años, explica sus razones: “somos el producto de características heredadas a lo largo de millones de años; gran parte de nuestra fisiología y bioquímica están afinadas según las condiciones de la vida como existía antes del comienzo de la agricultura hace unos 10 mil años. Genéticamente, nuestros cuerpos son casi idénticos a como eran al final de la era Paleolítica, hace unos 20 mil años”. El 70% del total de la energía calórica consumida por los seres humanos en los países industrializados proviene de productos refinados como azúcar, aceites vegetales procesados, alcohol, cereales y productos lácteos.
Los partidarios de la paleodieta arguyen que es precisamente este consumo de alimentos del Neolítico y la era industrial los responsables de los niveles actuales de obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y algunas formas de cáncer. Los genes humanos “evolucionaron con la expectativa de que el organismo del ser humano existiría en un contexto de actividad física” y el sedentarismo resulta en expresiones génicas anormales. Comparados con nuestros ancestros, por ejemplo, los humanos contemporáneos tenemos más grasa corporal y menos masa muscular, ambos factores de riesgo para el desarrollo de resistencia a la insulina.
Por otro lado, la paleodieta se ha enfrentado a duras críticas, que giran alrededor de estos cuestionamientos:
- 10 mil años (400-500 generaciones) es suficiente para adaptarse a una dieta agraria.
- Casi no hay evidencia para afirmar que la fisiología digestiva del ser humano fue afectada por esa dieta en algún punto de su evolución.
- Hay evidencia, polémica, de que las sociedades paleolíticas ya estaban procesando cereales como alimento hace 23 mil años.
- Los ingredientes necesarios para apegarse de forma rigurosa a la paleodieta son difíciles de obtener.
En 2012, U.S. News & World Report clasificó 25 dietas de acuerdo a sus efectos en la salud, peso corporal y la disponibilidad de sus ingredientes: la paleodieta ocupó el último sitio. Los resultados de esta clasificación causaron gran controversia y los partidarios de la paleodieta han presentado estudios para demostrar que las dietas humanas ancestrales son superiores a las modernas en el tratamiento de la obesidad y en el control de los factores de riesgo de la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
La crítica que le hacemos nosotros a la paleodieta es esta: No se puede hablar rigurosamente de una sola dieta paleolítica. Diferentes grupos humanos de cazadores-recolectores se establecieron en diversos climas desde hace decenas o cientos de miles de años; climas semiáridos, tropicales, mediterráneos, climas polares. El porcentaje calórico de proteína de origen animal al que tuvieron acceso estos diferentes grupos no fue homogéneo. La alimentación de, digamos, un grupo que habitó en el delta de un río no era el mismo que el de otro grupo en la alta montaña. Aun cuando sus proporciones calóricas fueran similares, su riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, no es comparable. El consumo habitual de pescado, fuente abundante de ácidos grasos omega 3, quizá les dio ciertas ventajas a los pobladores de las costas, que por su parte no consumían tanta fibra como los pobladores de la montaña. Incluso entre los grupos de cazadores-recolectores modernos se ve una gran disparidad: Los bosquimanos de Botsuana extraen 30% de sus calorías de proteínas animales, los inupiat de Alaska dependen de la carne en un 90%, etc.
En conclusión, creemos que la paleodieta no es para todos, aunque brinda beneficios innegables al prohibir el consumo de alimentos procesados, en particular de azúcares y aceites (asociados a una serie de enfermedades muy comunes en la actualidad). La mayor parte de la gente no tiene los niveles de actividad que tenían nuestros ancestros hace 10 mil años, ni acceso a carne de caza. No es mala idea eliminar los aditivos artificiales y el exceso de sodio de nuestra comida, y sustituirlos por sustancias naturales, pero no existe una dieta panacea, una dieta que le brinde salud y buena figura a cada uno de los individuos que la lleven a cabo. Cada persona tiene en sí las herramientas para conocer su cuerpo y cuidar su alimentación de forma individual, mientras use su sentido común y ponga un poco de atención.
Autor: IIEH
Fuentes:
Cómo comer de verdad como un cazador-recolector
Paleo a largo plazo: Siguiendo el protocolo ancestral durante 30 años
Nutrición paleolítica reconsiderada: Retrospectiva de doce años