Un nuevo estudio, publicado el mes pasado por PNAS, relaciona la hipótesis de la abuela con los procesos de vinculación afectiva en parejas de seres humanos.
La hipótesis de la abuela es una teoría que explica la longevidad de las mujeres mucho más allá del fin de su período fértil, pasada la menopausia. La menopausia misma es un proceso poco común en especies de mamíferos; los biólogos han discutido durante décadas la utilidad evolutiva de un periodo extenso de post-fertilidad. Desde una perspectiva evolutiva, la hipótesis de la abuela, propuesta a mediados de la década de los 90s, demuestra las ventajas adaptativas de un proveedor y cuidador, en particular uno de su propia familia. Se cree que en las sociedades recolectoras/cazadoras de subsistencia, donde los hombres proveían la proteína y las mujeres los carbohidratos, se originó el fenómeno de madres sustitutas, mujeres longevas al cuidado de bebes y niños emparentados a ellas.
Las hembras de grupos humanos arcaicos se reproducían a una edad similar que otras hembras de primates, pero tuvieron vidas cada vez más largas tras la pérdida de su fertilidad. Algunos grupos étnicos actuales con estilos de vida arcaicos, como el pueblo hadza de Tanzania, han sido utilizados como prueba de la hipótesis de la abuela: la abuela materna alimenta y cuida a los bebés. Y lo hacen de una manera que, estadísticamente, reduce la mortalidad infantil con parentesco y permite que las madres tengan embarazos más frecuentes. Así, se piensa, se favorecieron ciertos comportamientos y se seleccionaron genes que llevaron a incrementos de la población y longevidad de los seres humanos.
Uno de los más grandes acertijos en la antropología evolutiva cuestiona cómo surgió la fuerte afinidad afectiva entre parejas, los vínculos que unen a dos personas no emparentadas. Los chimpancés y los bonobos, por ejemplo, no forman relaciones a largo plazo. El estudio citado arriba, dirigido por el antropólogo James Coxworth, ha relacionado la hipótesis de la abuela con el desarrollo de vínculos afectivos entre parejas. A través de simulaciones por computadora, se comparó el cambio en la proporción entre machos y hembras fértiles en seres humanos prehistóricos con otros primates. Las simulaciones mostraron que en tan solo 60 mil años, los grupos donde las abuelas ayudaban al cuidado de los pequeños se duplicó la esperanza de vida de las mujeres tras la menopausia, comparado con los chimpancés. La aparición de personas más longevas, aunada al hecho de que el periodo de fertilidad en mujeres no se extendió, provocó un desbalance en la simetría de los dos géneros: un número cada vez mayor de hombres fértiles competían por las mujeres fértiles. Esta proporción excede en más del doble a la norma en otros primates, como por ejemplo el chimpancé. El exceso de machos fértiles nos hace mucho más similares, en esta categoría, a muchas especies de aves, que por lo general también forman parejas duraderas.
Ahora bien, en una comunidad donde el número de mujeres fértiles era palpablemente menor que el de hombres fértiles se desarrollaron nuevas adaptaciones. Los machos modificaron su comportamiento: de enfocar sus esfuerzos a aparearse con el mayor número de hembras posible a dedicar su atención a una sola hembra para atraerla a sí de manera permanente y asegurar progenie. Este mecanismo desembocó en la protección de la pareja y, más tarde, en el concepto de la hembra como posesión del macho. A partir de aquí y con el tiempo, dicen los autores del estudio, evolucionaron los vínculos afectivos que mantienen unida una pareja.
Autor: IIEH
Fuentes:
El papel de las abuelas y los vínculos afectivos en parejas humanas