Un nuevo estudio ha revelado que los niños, antes de cumplir tres años, prefieren patrones fractales visuales comunes en la naturaleza que las líneas simples e irrepetibles de su entorno construido por seres humanos.
El estudio, publicado por Nature Humanities el 25 de noviembre, fue dirigido por Kelly E. Robles, investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Oregon. El descubrimiento de la preferencia tiene doble importancia por suceder en niños criados en un mundo artificial de geometría euclidiana, como lo son los cuartos, casas y calles de líneas rectas en patrones no iterados. Robles explica: “ A diferencia de los primeros grupos humanos, que vivían en la sabana, los humanos modernos pasan la mayor parte de sus vidas dentro de estructuras sintéticas. Por lo tanto, ya que los niños no han sido expuestos a patrones fractales de mediana complejidad, tal preferencia debe provenir de un proceso muy temprano o, quizás, innato”.
En el estudio, los investigadores expusieron una serie de imágenes con patrones fractales, exactos y estadísticos y de varias complejidades, a grupos de alrededor de 100 personas, de 18 a 33 años y de 3 a 10 años. Los fractales exactos tienen un elevado nivel de orden, de tal manera que el mismo patrón básico se repite exactamente a la misma escala y llega a poseer simetría espacial, como un copo de nieve. Los fractales estadísticos, por otro lado, se reiteran de manera similar pero no exacta a lo largo de la escala, además de no tener simetría espacial, como por ejemplo las líneas de litorales, nubes, montañas, ríos y árboles. Ambos fractales aparecen en el arte de muchas culturas.
Empleando un monitor de computadora, los participantes del estudio eligieron su favorita en diferentes parejas de imágenes con varios grados de complejidad. Entre parejas de patrones fractales, la selección incluyó diferentes pares de imágenes similares a copos de nieve o ramas de árboles; en el caso de los fractales estadísticos, se usaron imágenes similares a nubes.
“Ya que la mayoría de la gente prefiere un balance entre simplicidad y complejidad, pretendíamos confirmar que la gente prefiere una complejidad baja o moderada en patrones estadísticamente iterados, y que la presencia de orden en patrones que se repiten de manera exacta permitía una tolerancia de patrones más complejos”, resumió Robles. Aunque se presentaron variaciones en las preferencias de niños y adultos, la tendencia general fue similar: patrones exactos de mayor complejidad fueron más preferidos, mientras que la preferencia de patrones estadísticos alcanzó su máximo en una complejidad baja-moderada y disminuyó frente a mayores complejidades.
“Descubrimos que la gente prefiere el patrón natural más común, los patrones fractales estadísticos de baja a media complejidad, y que esta preferencia no varía a lo largo de décadas de exposición a la naturaleza o a pesar de diferencias individuales”, aclaró Robles, “nuestras preferencias por los fractales han quedado decididas antes de nuestro tercer cumpleaños, lo que sugiere que nuestro sistema visual está mejor acoplado a estos patrones de alta prevalencia en la naturaleza”.
Otros estudios han destacado el rol terapéutico de la experiencia estética de observar fractales, que van desde la reducción del estrés a la recuperación de la fatiga mental. La naturaleza nos da estos beneficios sin cargos, pero cada vez estamos más rodeados de paisajes urbanos que carecen de fractales. La conclusión del estudio presente propone que incluso niños muy pequeños se beneficiarían de ser expuestos a fractales en ambientes urbanos.
Autor: Jim Barlow
Al igual que los adultos, los niños prefieren ver patrones fractales
Traducción: IIEH
imoto