Tras 200 años de uso ininterrumpido, la industria del carbón ha alcanzado sus límites.
La industria global del carbón ha sufrido sobremanera durante la pandemia de SARS-CoV-2 y la mayoría de los expertos afirman que ya no se recuperará. La razón es contundente: La crisis de coronavirus ha confirmado que gastar en energía renovable es una inversión más segura. Varios países (Alemania, Inglaterra, Bélgica, etc.) ya se habían alejado de los combustibles fósiles sucios antes de que comenzara este año, pero el gran confinamiento ha forzado el cierre de plantas de energía en muchos otros países, nueva evidencia de que el uso del carbón ha alcanzado, finalmente, su pico.
Una de las consecuencias más obvias será el impacto en los modelos de cambio climático proyectados para este siglo, en particular en el peor de los casos, que se basan en la expansión continua de la industria de carbón hasta el 2100. Antes de la pandemia, el activismo climático y alternativas más baratas tenían bajo presión a una industria que se tambaleaba. El confinamiento expuso sus flaquezas aún más y borró miles de millones en la apreciación de las principales compañías mineras del mundo. La demanda de electricidad se desplomó en los últimos tres meses y lo primero en ser recortado fue el uso del carbón. La importación de carbón en la Unión Europea experimento un descenso de 66%, su nivel más bajo en los últimos 30 años.
Esta semana, un reporte gubernamental de Estados Unidos proyectó que, por primera vez, este país producirá más electricidad de fuentes renovables que de carbón. A pesar de la promesa de Donald Trump de “excavar carbón”, la industria ha sufrido más cierres y recortes de personal en cualquier época desde la presidencia de Eisenhower, hace 60 años. Las plantas no sólo han sido cerradas sino sustituidas por fuentes renovables, como en el caso de Great River Energy, en Dakota del Norte, que dependerá ahora de la fuerza eólica y el gas natural en vez del carbón.
Rob Jackson, el presidente del Proyecto Global del Carbón, dijo que la pandemia ha confirmado que el carbón nunca volverá a alcanzar el pico global visto en 2013: “Covid-19 afectará tanto las emisiones de carbón este año que la industria nunca se recuperará. El desplome de los precios de gas natural, el precio bajo récord de las energías solar y eólica, así como el problema del clima y las preocupaciones sobre la salud han debilitado la industria de forma permanente”.
Las marcas antiguas caen una tras otra. La red energética del Reino Unido no ha quemado un solo trozo de carbón en 40 días, el período más largo ininterrumpido desde el principio de la revolución industrial hace más de 230 años. En Portugal, el registro sin uso de carbón se ha extendido más de dos meses. El mes pasado, Suecia clausuró su última planta termal de electricidad alimentada por carbón (KVV6, en Hjorthagen) dos años antes de lo planeado porque un invierno templado significa que no fue necesaria incluso antes de la pandemia. Austria cerró su última planta de carbón, en Mellach, hace dos semanas. Etc.
Todavía más importante que el panorama en Europa, el gobierno de la India (el segundo consumidor de carbón en el mundo) ha dado prioridad a la energía solar en respuesta a la pandemia y a la contracción de la economía. En el sureste de Asia, Indonesia, Vietnam y las Filipinas han detenido por completo varios proyectos basados en carbón. El presidente surcoreano, Moon Jae-in fue reelecto basado en su plataforma de reducir progresivamente el uso de carbón a nivel doméstico y miembros de su coalición han presionado para bloquear el financiamiento de proyectos fuera de Corea del Sur. En Japón, los tres principales prestamistas comerciales y el Banco de Japón ya no aceptarán propuestas para generación de proyectos basados en carbón. El elefante en el cuarto es China, que quema la mitad del carbón en el mundo y financia minería y plantas de energía a lo largo de Asia y África. Aunque parecía que antes de la pandemia Xi Jinping estaba comprometido a alejarse de los combustibles fósiles, la prioridad política tras el confinamiento es reiniciar la economía de golpe. Los gobiernos de las provincias chinas se encuentran desarrollando proyectos de plantas termales basadas en carbón, aunque la demanda está al 50%.
“La crisis de coronavirus ha dejado claro que China y la India construyeron más plantas de las que necesitan. Incluso antes de la pandemia sufrían de sobrecapacidad. Ahora, con la disminución de la demanda, es un desastre”, explicó Carlos Fernández Álvarez, analista principal de la Agencia Internacional de Energía. Aunque nadie espera que el carbón desaparezca por completo pronto, el cambio es permanente y profundo; ahora solo queda aprovechar la ocasión y promover el uso de fuentes renovables de energía.
Traducción: IIEH
Fuentes:
La industria del carbón no se recuperará después de la pandemia