Tanto en el campo como en ciudades superpobladas la nieve trae consigo silencio. ¿Cuál es la explicación científica?
Además de la respuesta obvia, que el volumen de tráfico o actividad animal (en el caso del campo) suele reducirse sobremanera durante y después de las precipitaciones de nieve, tres diferentes fenómenos acústicos explican con más sutileza lo que sucede.
Quizá el cambio más evidente es la forma en que la superficie del suelo, ya cubierta de nieve, altera la reflexión del sonido. La nieve acumulada es muy porosa y el sonido es absorbido en un alto porcentaje por superficies porosas o aislantes. Debido a esta propiedad, por ejemplo, es que se cuelgan cortinas a los lados y arriba de una pantalla de cine, para controlar las reflexiones acústicas. La nieve también posee, como lo demuestra la existencia y funcionalidad del iglú, excelentes propiedades aislantes; su absorción acústica es muy alta. Ya que buena parte de los sonidos que percibimos son reflejados por diferentes superficies, en particular el suelo, antes de alcanzar nuestros oídos, una capa de nieve se convierte en el aislante acústico perfecto (sobre todo en el caso de las calles y las aceras, superficies altamente reflejantes). Al mismo tiempo, sonidos que sí llegan al oído de forma directa sonarán más “silenciosos” o “apagados” en la nieve, ya que multitud de sonidos han sido absorbidos y no generan ruido.
El fenómeno más difícil de predecir, pero tal vez el más importante, es el gradiente térmico (el número de metros que tiene que subirse en la atmósfera para que la temperatura disminuya un grado) sobre el suelo. La velocidad del sonido es una función de la temperatura: entre más alta sea la temperatura, será más alta la velocidad del sonido. De forma curiosa, el sonido tiende a reflejarse curvándose hacia regiones de sonido de menor velocidad. La clave no es la temperatura absoluta sino los cambios termales al subir del suelo. Si el aire cerca del suelo es más frío que el aire directamente arriba, como suele suceder cuando hay una capa de nieve durante el día, se reflejará el sonido hacia arriba, hacia la atmósfera.
Un último, aunque sutil, fenómeno es el resultado de la absorción en masa del ruido de fondo y el efecto de la humedad en la absorción. El ruido de fondo al aire libre está constituido por todas las fuentes de sonido distantes que se aproximan, revueltas hasta formar un sólo ruido. La cantidad de absorción de este ruido está en función de la humedad y la temperatura, y ambos sufren cambios en la nieve. Este efecto contribuye a la sensación de escuchar los sonidos “amortiguados”. La otra cara de la moneda, igualmente interesante, es el efecto de propagación acústica que tienen ciertas superficies, como el agua de un lago. La energía acústica se preserva tan bien que es posible escuchar la conversación de dos personas en un bote a más de cien metros de distancia.
Fuentes:
Paráfrasis: IIEH