Las zonas muertas son extensiones del mar o de grandes lagos con concentraciones tan bajas de oxígeno (hipoxia) que no pueden sustentar gran parte de la vida marina. Cantidades inusuales de nutrientes, ya sea nitrógeno o fósforo, llegan a la costa o a un lago y provocan la eutrofización (exceso de nutrientes en un sistema) del ecosistema acuático, proceso que aumenta la biomasa de algas (bloom de algas) como las cianobacterias pero destruye la biodiversidad. En otras palabras, la proliferación de algas reduce la concentración de oxígeno en el agua y mata las poblaciones de peces y otros animales marinos.
Aunque puede ocurrir de forma natural, con gran frecuencia se trata de un fenómeno antropogénico, o sea resultado de actividades humanas como el uso de fertilizantes industriales y detergentes, que en parte contienen nitrógeno, fósforo y fosfatos, nutrientes químicos para las algas. Muchas zonas muertas son invisibles.
Los efectos de la eutrofización pueden ser muy rápidos y destructivos. La concentración de algas puede llegar a varios millones de células por milímetro, en general de una sola especie, impide el paso de la luz solar e inhibe la fotosíntesis. Pronto, se presentan los primeros síntomas de hipoxia: los peces quedan inconscientes y al poco tiempo mueren. La vida de las algas es muy corta, al morir y descomponerse se consume más oxígeno y se agrava la hipoxia de la zona. Otros seres marinos como moluscos y crustáceos no pueden escapar ante la rapidez del fenómeno y de igual manera sucumben. El resto de las algas y zooplancton sufren el mismo fin. Lo que resulta, si esto sucede a gran escala, es una zona muerta, baja en oxígeno, semipermanente y casi inhabitable. En el caso de que sobrevivan algunas especies de peces en aguas hipóxicas, sus índices de fertilidad disminuyen de una generación a otra y su tamaño se reduce visiblemente.
En los últimos cuarenta años se ha multiplicado el número y la extensión de las zonas muertas en el mundo. Si bien antes se localizaban en antiguos focos industriales, como la costa este de Estados Unidos o en el mar Báltico, han aparecido nuevas zonas muertas sobre todo en las costas de América del Sur, China, Japón y Nueva Zelanda. Un estudio de 2008 incluyó una lista de 405 zonas muertas, con extensiones que van desde un km cuadrado hasta más de 70 mil km cuadrados. El sitio de World Resources Institute tiene un mapa interactivo en inglés con información detallada por década de las zonas muertas, de zonas hipóxicas y con eutrofización en todo el mundo, desde 1850 a 2010.
El futuro de las zonas muertas está asegurado. Aunque es imposible prever el número, extensión y ritmo de crecimiento de las zonas muertas, lo garantiza el estado actual de la agroindustria, ganadería y los hábitos de consumo de energía de países tanto desarrollados como en vías de desarrollo. La zona muerta en el norte del Golfo de México, por ejemplo, requiere de una reducción de 30% en los niveles de nitrógeno que recibe para comenzar a contraerse. Pero lejos de eso, los proyectos de sustituir combustibles fósiles por renovables contribuirán al problema: sólo en Estados Unidos, para 2022, se tiene planeado triplicar la fabricación de etanol basado en maíz, cuya producción requiere una cantidad proporcional de fertilizantes con el consecuente aumento de nitrógeno en la cuenca del río Misisipi, que es el área de drenaje del 41% del agua de Estados Unidos.
El caso más significativo de la reversibilidad de las zonas muertas es muy curioso. La zona muerta del Mar Negro, la más grande del mundo el siglo pasado, casi despareció por completo entre 1991 y 2001. ¿Por qué? Hay una sola razón: el colapso de la Unión Soviética y de las economías planificadas de Europa Central y del Este provocó que se dejaran de usar fertilizantes, dado su alto precio. Ahora, también ha renacido en la región la industria pesquera que desapareciera en los 80s. A la fecha, otros métodos de limpieza y rehabilitación de zonas muertas han tenido un impacto reducido o han fallado por completo.
Autor: IIEH
Fuentes:
Zona muerta es un término popular para la hipoxia ambiental