Un nuevo estudio sobre el consumo de chiles y su relación con el índice de mortalidad humana confirmó una antigua creencia popular: La gente que come chile suele vivir más.
Desde hace siglos se han conocido algunas propiedades medicinales del chile (las cuatro especies del género Capsicum) y, en particular, de su componente activo, la capsaicina. En la actualidad, ésta se usa como analgésico para tratar dolores de diferentes tipos aunque también se ha usado como anticancerígeno y para tratar la obesidad, además de ser una sustancia antioxidante. El estudio en cuestión, dirigido por Ben Littenberg, de la Universidad de Vermont, y publicado por PLOS ONE la semana pasada, analiza las dietas y estilos de vida de 16 mil adultos estadounidenses a lo largo de más de 20 años. Los investigadores notaron que los consumidores de chile, sobre todo mexicanoamericanos en este caso, vivían más tiempo; el consumir chile confiere una reducción de 13% en la mortalidad total, sobre todo en muertes causadas por enfermedades cardiovasculares y derrame cerebral. En otras palabras, al menos en este grupo analizado, comer chiles disminuye 13% el riesgo instantáneo de morir.
Hay algunas características y matices del estudio que vale la pena destacar: El estudio no revela una relación de causalidad sino de asociación, es decir, no esclarece qué sustancia del chile ayuda a la salud, ni cómo. La correlación entre el consumo de chile y una mayor longevidad es real, no se debe a un error, ya que se realizaron ajustes de varios tipos para eliminar redundancias y diferencias entre distintos grupos socioeconómicos e identidades étnicas. La capsaicina puede ser la clave, pero es imposible asegurarlo por ahora, ya que hay otros compuestos presentes en el chile en cantidades importantes, como la vitamina C, el complejo B, el potasio, el magnesio y el hierro. Una de las teorías propuestas sugiere que el consumo de chile altera el microbioma del individuo y así influye en varios procesos metabólicos con efectos benéficos. Otra, que la actividad de la capsaicina estimula mecanismos celulares contra la obesidad, alterando los mediadores en el catabolismo de lípidos y la termogénesis. La obesidad, se sabe, trae consigo un riesgo elevado de trastornos cardiovasculares, metabólicos y pulmonares.
Este estudio fue el primero de su tipo en el hemisferio occidental, aunque en 2015 se publicó uno conducido en China, que dio resultados muy similares: Comer alimentos que contienen chile al menos seis veces cada semana reduce el riesgo de mortalidad total en un 14%. Vale la pena mencionar que la capsaicina, que pertenece a la familia de los vaniloides, funciona de manera similar en nuestro organismo que otros compuestos “picantes” de ingredientes usados en diferentes tradiciones culinarias: la alicina (de los ajos), el alil isotiocianato (de la mostaza, el wasabi y los rábanos), el gingerol y el shogaol (del gengibre), y la piperina (de la pimienta). Todas ellas son sustancias que nos producen incomodidad o picor pero que traen consigo sabores deliciosos y buena salud. Para completar la lista sólo falta agregar el sulfóxido de tiopropanal, el gas liberado de una cebolla cortada que nos hace llorar.
Autor: IIEH
Fuentes:
La asociación del consumo del chile picante y la mortalidad
Un estudio descubre relación entre el consumo de chiles y una disminución en la mortalidad