Recientemente, Daniel McShea y Leonore Flemning, un graduado de la Universidad de Duke, pusieron a prueba la ley evolutiva de fuerza cero.
Los sujetos de su prueba fueron las moscas de la fruta, Drosophila. Los científicos han cultivado esta mosca para sus experimentos durante más de un siglo. En sus hogares de laboratorio, las moscas han vivido una vida regalada, han sido provistas con un suministro continuo de comida y un clima constante y cálido. Sus parientes en estado salvaje, mientras tanto, han tenido que lidiar con la inanición, los depredadores, el frío y el calor. La selección natural actúa con fuerza entre las moscas silvestres, eliminando mutaciones que menoscaban la habilidad de la mosca para enfrentarse a sus numerosos retos. En el ambiente protegido de los laboratorios, en cambio, la selección natural es débil.
La ley evolutiva de fuerza cero hace una predicción evidente: a lo largo del último siglo, las moscas de laboratorio deben haber evitado la eliminación de mutaciones desfavorables y, así, haber desarrollado una mayor complejidad que las moscas silvestres.
Fleming y McShea examinaron la literatura científica sobre 916 linajes de moscas de laboratorio. Realizaron muchas medidas de diferente índole sobre la complejidad de cada población. En la publicación Evolution & Development (Evolución y desarrollo), reportaron recientemente que las moscas de laboratorio tenían, de hecho, más complejidad que las silvestres. Algunos de los insectos poseían extremidades irregulares. Otros adquirieron patrones complicados de colores en sus alas. Los segmentos de sus antenas cobraron diferentes formas. Libres de la selección natural, las moscas se regodearon en la complejidad, justo como la ley lo predice.
Aunque algunos biólogos han respaldado la ley evolutiva de fuerza cero, Douglas Erwin, uno de los principales paleontólogos en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano, señala que tiene serios defectos. “Una de sus conjeturas básicas resulta fallida”, arguye. De acuerdo a la ley, la complejidad puede aumentar en la ausencia de selección. Pero eso sería cierto sólo si los organismos pudieran existir verdaderamente más allá de la influencia de la selección. En el mundo real, incluso cuando viven una existencia cobijada por los científicos, sostiene Erwin, la selección sigue aplicando una fuerza. Para que un animal de la índole de una mosca se desarrolle correctamente, cientos de genes tienen que interactuar en una coreografía elaborada, convirtiendo una célula en muchas, dando lugar a órganos diferentes, etc. Las mutaciones pueden interrumpir esa coreografía y prevenir que las moscas se conviertan en adultos.
Un organismo puede existir sin selección externa, sin que el ambiente determine quién gana y quién pierde en la carrera evolutiva, pero seguirá siendo sujeto de la selección interna, que tiene lugar dentro de los organismos. En su nuevo estudio, McShea y Fleming no ofrecen evidencia de la ley evolutiva de fuerza cero, de acuerdo a Erwin, “porque sólo toman en cuenta las variantes adultas”. Los investigadores no pusieron atención a los mutantes que murieron por causa de trastornos de desarrollo antes de alcanzar la madurez, a pesar del cuidado de los científicos.
Otra crítica que han hecho Erwin y otros autores es que la versión de complejidad que emplean McShea y Brandon no encaja con la definición que usa la mayoría. Después de todo, un ojo no sólo tiene muchas partes diferentes. Esas partes también llevan a cabo una tarea en común y cada una tiene un trabajo individual que realizar. Pero McShea y Brandon mantienen que la clase de complejidad que están examinando puede conducir a complejidad de otros tipos. “La clase de complejidad que hemos visto en las poblaciones de Drosophila es la base de cosas muy interesantes que la selección podría utilizar” para construir estructuras complejas cuya función sea ayudar a la supervivencia, dice McShea.
Nota del t.: La ley evolutiva de la fuerza cero fue propuesta por Daniel McShea y Robert Brandon. Propone que la diversidad y la complejidad en sistemas evolutivos aumenta aunque no esté presente la selección natural. Esto contradice la teoría estándar de la evolución. Sus autores han propuesto que se considere la primera ley de la Biología.
Autor: Carl Zimmer (fragmento de su artículo original enlazado abajo)
Traducción: IIEH
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