Cuando una ballena muere en el mar, su cadáver se convierte en un ecosistema complejo que se desarrolla a lo largo de 100 años.
Este fenómeno, que en inglés se conoce como whale fall, describe la caída del cadáver de un gran cetáceo a la zona batial o abisal del océano, o sea a más de mil metros de profundidad. En total, casi 500 especies de organismos pueden alimentarse, vivir, morir y reproducirse en el ecosistema que se forma cuando se hunde una ballena muerta a esas profundidades. Si la muerte ocurriera cerca de la costa en aguas poco profundas, animales carroñeros acabarían de consumirlo en cuestión de días o semanas. En regiones abisopelágicas, el fenómeno es más contundente dadas las bajas temperaturas, la lenta descomposición de la materia orgánica y las altas presiones hidrostáticas.
El alto contenido de lípidos en los tejidos suaves y huesos de los mamíferos marinos los hacen más atractivos como fuente de energía que otros animales masivos del mar como, por ejemplo, el tiburón ballena. La muerte de la ballena contribuye dos toneladas métricas de carbono al fondo del mar; de golpe, un pequeño oasis se abre, ofreciendo el equivalente de dos mil años de flujo natural de sedimento orgánico. Algunas especies observadas en un ecosistema whale fall: Isópodos gigantes del género Bathynomus, langostas de varias especies, múltiples especies de poliquetos (anélidos marinos), crustáceos del orden de los decápodos como camarones y cangrejos, mixinos o peces bruja, osedax (anélido necrófrago), somniósidos (especie de tiburón), varias especies de pepinos de mar, varias especies de moluscos como almejas y mejillones, y un sinnúmero de arqueas, bacterias y otros organismos quimiótrofos.
Whale fall consiste de, al menos, tres fases bien diferenciadas:
- La primera fase consiste en el consumo de los tejidos suaves del cetáceo por carroñeros móviles. Muchas especies de carroñeros marinos se juntan alrededor del cadáver para devorar varias decenas de kilogramos de carne diariamente, a lo largo de alrededor de uno o dos años (o más, dependiendo del peso original de la ballena). De grandes a chicos: Escuálidos de la familia de los somniósidos, mixinos (llamados también peces bruja), peces de la familia de los macrúridos, crustáceos litódidos y un sinnúmero de anfípodos.
- En la segunda fase la carroña queda cubierta de los organismos más oportunistas: incontables gusanos poliquetos, moluscos (caracoles de varias especies), cucumáceos y multitud de bacterias y arqueas. El tejido está en descomposición y ademças se han descrito, en estudios de este ecosistema, especies nuevas de necrofágos del género Osedax y hasta una nueva anémona, Anthosactis pearsea. La fase de los organismos oportunistas se puede extender hasta dos años.
- La tercera y última fase, la fase sulfofílica es quizás la más interesante. La digestión final puede durar entre 50 y, se cree, 100 años, y se trata de la biodegradación de los huesos por bacterias sulfofílicas. La acción quimiosintética de estos organismos quimiótrofos disuelve los huesos y lípidos dentro de los huesos y excreta ácido sulfhídrico mientras generan una gruesa capa de biofilm alrededor del esqueleto. Este tapete microbiano es, a su vez, colonizado por almejas, mejillones, eogasterópodos (lapas) y otros moluscos y caracoles marinos.
Al final de la tercera fase, todo parece regresar a la normalidad, aunque ahora se piensa que las whale fall han sido un puente evolutivo entre la zona epipelágica con las profundidades del océano. Como tal, la paleontología estudia este fenómeno, que comenzó en el Mioceno.
Autor: IIEH
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