Si observamos los reptiles hoy en día (lagartos, tortugas, serpientes, etc.), notaremos que por lo general son muy silenciosos. La imagen que los medios nos han ofrecido de los dinosaurios en los últimos 70 años siempre viene acompañada de fuertes rugidos… ¿Qué tan real es?
No es mala idea buscar la respuesta en especies vivas para entender un poco mejor los comportamientos de especies que ya se han extinguido, como los dinosaurios. Podemos explorar rasgos que no se conservaron en el registro de fósiles mediante la categorización filogenética. Sin embargo, es necesario compararlos con la especie viva más próxima en el árbol filogenético.
Básicamente, observamos las especies a ambos lados del árbol del organismo en cuestión; si esos animales poseen un mismo rasgo entonces es probable que estuviera presente en el ancestro común de esas especies. Este método funciona bien con los dinosaurios porque las aves (el clado entero) son dinosaurios, descendientes de los terópodos que sobrevivieron la extinción de sus parientes hace 65 millones de años. Las aves son dinosaurios en el mismo sentido que los seres humanos son mamíferos, descendientes de mamíferos. De hecho, buena parte de las adaptaciones para el vuelo (que es un asunto aparte de la evolución de las aves) son características que aparecieron en los ancestros no voladores de las aves, desde las plumas hasta la morfología ósea de las alas.
Los cocodrilos, por otro lado, pertenecen a Archosauria, un grupo corona que incluye a los dinosaurios y al ancestro común de ambos (y, por extensión, también el de las aves). Rasgos comunes que poseen tanto los cocodrilos como las aves son probablemente rasgos ancestrales de todos los arcosaurios y, por lo tanto, estarían presentes en los dinosaurios a menos que se hayan perdido de forma secundaria.
Los cocodrilos tienen un rango sorprendente de vocalizaciones y son muy sociales; rugen y braman utilizando su laringe. También pueden sisear y sus bramidos tienen un componente subaudible, una vibración con cuya longitud de onda crea un “baile del agua” en la superficie, como parte de su ritual de apareamiento. Las aves obtienen sus habilidades vocales gracias a su siringe, órgano en la base de la tráquea. Como es bien sabido, el rango de vocalización de las aves es inmenso y complejo: desde trinos y graznidos hasta arrullos y cacareos.
Ya que no todos los dinosaurios poseían una siringe, que evolucionó en los terópodos, se cree que los dinosaurios no avianos vocalizaban de manera similar a los cocodrilos, aunque claro, su morfología era muy diferente. El Parasaurolophus, por ejemplo, poseía una estructura alargada y hueca que, se piensa, usaba para vocalizar. Así, dada la gran diversidad de sonidos que pueden producir los arcosaurios modernos, y la variedad de dinosaurios extintos, podemos aventurar que los dinosaurios tenían voz.
Fuentes: