Sufre Singapur por incendios lejanos
Por Jason Tan
The New York Times, Reforma, México, 24 de octubre de 2015
SINGAPUR
Acabo de regresar a casa luego de un viaje de tres semanas a EU para enterarme de que las cadenas de supermercados de Singapur ya no venden mi marca favorita de papel higiénico de cuatro hojas. ¿La razón? Su productor -Asia Paper and Pulp- es una de cinco compañías bajo investigación por las autoridades singapurenses en relación con incendios forestales en Indonesia que durante semanas han dejado partes del sureste asiático envueltas en una peligrosa neblina sofocante, conocida como calina.
Por primera vez, Singapur está presionando a negocios que podrían ser responsables de hacer que el aire del País sea casi irrespirable. Pero es poco probable que prohibir una marca de papel higiénico detenga los incendios indonesios, que tienen décadas de suceder cada otoño a un gran costo no sólo para las economías regionales, sino también para la ecología mundial.
Los países afectados por el humo están insatisfechos por la falta de acción -pese a un acuerdo firmado por los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático para reducir la calina al abordar los incendios en zonas boscosas y campos abiertos. Indonesia fue el último en ratificarlo, el año pasado.
Singapur e Indonesia son vecinos amigables, pero Indonesia, mucho más grande, tiende a ver a Singapur como un hermano menor. Los comentarios recientes de líderes indonesios, entre ellos el Vicepresidente Jusuf Kalla, sobre cómo Singapur debía sentirse agradecido por el aire fresco durante los 11 meses en que no hay calina reflejan su actitud casi burlona hacia su diminuto vecino primermundista.
Al tiempo que la calina se extendía por toda la región, se cerraron escuelas, se cancelaron eventos deportivos y se trastocaron los vuelos. Más de 300 mil personas han sufrido enfermedades respiratorias y otras afecciones. Los animales también resultaron afectados, con veterinarios reportando más casos de mascotas enfermas; cientos de los orangutanes en peligro de extinción de Indonesia también se vieron amenazados.
Algunos amigos me comentaron que tuve suerte de haber estado fuera del País a finales de septiembre, cuando la calina alcanzó su peor nivel y la mala calidad del aire provocó que las cadenas de comida rápida detuvieran el servicio a domicilio. El Índice de Normas Contaminantes (PSI) de Indonesia alcanzó un nivel récord de 322 puntos el 25 de septiembre. Cualquier lectura de 201 a 300 puntos es considerada dañina para la salud y una lectura superior a 300 es peligrosa.
Los científicos han advertido que los incendios forestales de Indonesia este año se cuentan entre los peores que se hayan registrado, a raíz de una prolongada temporada de sequía vinculada con El Niño. Se espera que el humo contaminante se disipe a finales de año o a principios del 2016.
Los agricultores, los plantíos de aceite de palma y los residentes locales han desmontado durante décadas sus campos de cultivo mediante la quema ilegal porque es mucho más barato que hacerlo con máquinas. Aunque la Policía indonesia acaba de identificar siete compañías y 133 personas sospechosas de iniciar los incendios, pocos son enjuiciados por reglas contradictorias, corrupción y falta de voluntad política.
El Presidente indonesio Joko Widodo ha visitado las áreas más afectadas, desplegado a miles de soldados y aceptado ayuda de países extranjeros para combatir los incendios. Dice necesitar tres años para solucionar la situación, lo que algunos analistas creen que es demasiado ambicioso dada la gravedad del problema.
"Las problemáticas y los intereses detrás de los incendios son complejos y no serán solucionados simplemente por la palabra de una persona, ni siquiera el Presidente", escribió recientemente Simon Tay, catedrático de derecho y presidente del Instituto de Asuntos Internacionales de Singapur, citando cómo están involucradas corporaciones poderosas y cómo los políticos han minimizado el problema. Persiste una mentalidad de "sólo Yakarta", y los incendios y la calina no afectan a la Capital indonesia, a unos 850 kilómetros al sureste de Singapur, donde viven los ricos y la élite política, agregó.
Ciertamente, los más afectados son los aldeanos pobres que viven cerca de los incendios en las provincias de Sumatra y Kalimantan, donde las lecturas de PSI comúnmente rebasan mil puntos. Es difícil imaginar cómo era el aire en Kalimantan Central, cuando el PSI alcanzó un nivel récord de 2 mil 300 puntos a finales de septiembre. No obstante, muchos residentes siguieron con su rutina cotidiana sin tapabocas.
A largo plazo, el Gobierno indonesio tiene que idear un plan para prevenir los incendios forestales y el daño que causan al medio ambiente. Ya registra la tasa mundial más alta de deforestación, al perder más de 6 millones de hectáreas de bosques entre el 2000 y el 2012, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Maryland. No es sorprendente que a nivel mundial Indonesia sea uno de los emisores más grandes de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático.
Y el impacto sobre el calentamiento podría empeorar. Más de 100 mil hectáreas de bosques de turba son despejadas cada año. Las turberas -esencialmente plantas muertas que han permanecido húmedas bajo condiciones pantanosas- son un importante depósito de carbono. Al ser quemadas, grandes cantidades de carbono almacenado son liberadas a la atmósfera. Greenpeace ha llamado a la situación "la bomba de carbono de Indonesia" y estima que este año los incendios emitirán más carbono que todo el Reino Unido.
Esta actividad empeora el calentamiento global, lo que a su vez hace que sean más comunes los incendios forestales, creando así un círculo vicioso.
En algún momento, incluso los indonesios poderosos que ahora disfrutan del aire relativamente libre de calina en Yakarta tendrán que pagar un precio por su pasividad.