AMBIENTE. Adiós a la Antartida

Adiós a la Antartida
En Antártida, fiebre por tierras

Compiten países por construir bases en un continente rico en crudo, gas y minerales

Por Simon Romero
The New York Times, Reforma, 16 de enero 2016

En una isla llena de glaciares con fiordos y elefantes marinos, Rusia ha construido la primera iglesia ortodoxa de Antártida en una colina que domina su base de investigación, transportando los troncos de Siberia.
A menos de una hora de distancia en motonieve, peones chinos han modernizado la Estación de la Gran Muralla, un elemento clave en el plan chino de operar cinco bases en la Antártida, con todo y una cancha interior de badminton, domos para proteger las estaciones satelitales y alojamiento para 150 personas.
No queriendo quedarse atrás, la base Bharathi de India, construida sobre pilotes usando 134 contenedores de embarque interconectados, parece una nave espacial. Turquía e Irán también han anunciado planes para construir bases.
Ha transcurrido más de un siglo desde que los exploradores emprendieron una carrera por plantar sus banderas en la parte inferior del mundo, y durante las siguientes décadas este continente presuntamente está protegido como una reserva científica, escudada contra intrusiones como la minería y las actividades militares.
Sin embargo, los países están apresurándose por ejercer una mayor influencia aquí, con la mirada puesta no sólo en el día en que caducan esos tratados protectores, sino también en las oportunidades estratégicas y comerciales que existen ahora. "Los actores más nuevos están entrando a lo que ven como una mina de recursos", dijo Anne-Marie Brady, investigadora en la Universidad de Canterbury, en Nueva Zelandia.
Algunas empresas se centran en recursos disponibles, como la abundancia de vida marina. China y Corea del Sur están incrementando su pesca de kril, los crustáceos tipo camarón encontrados en el Mar del Sur, mientras que Rusia frustró intentos recientes por crear uno de los santuarios marítimos más grandes del mundo allí. Algunos científicos están examinando el potencial para cosechar témpanos de hielo de la Antártida, que se estima tiene las reservas de agua dulce más grandes del planeta.
Los países también siguen adelante con proyectos satelitales y de investigación espacial para expandir sus habilidades de navegación global. Rusia está ampliando sus estaciones de monitoreo para Glonass, su versión del Sistema de Posicionamiento Global (GPS). Por lo menos tres estaciones rusas operan en la Antártida, parte de sus esfuerzos por retar el dominio del GPS estadounidense y hay nuevas estaciones planeadas.
"Puede ver que estamos aquí para quedarnos", dijo Vladimir Cheberdak, director de la Estación Bellingshausen.
La riqueza mineral, petrolera y de gas de la Antártida es una recompensa a mayor plazo. Se espera que en el 2048 se reexamine el tratado que prohíbe la minería aquí y que protege a codiciadas reservas de mineral de hierro, carbón y cromo.
Los investigadores recientemente encontraron depósitos de kimberlita, lo que deja entrever la existencia de diamantes, mientras que los geólogos estiman que la Antártida encierra en su interior unos 36 mil millones de barriles de petróleo y gas natural.
Las estaciones de investigación en la Isla Rey Jorge ofrecen una mirada a los objetivos a largo plazo, al tiempo que las naciones se vuelven asertivas, erosionando el dominio de muchos años de países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelandia.
China tiene las operaciones de crecimiento más vertiginoso en la Antártida. Abrió su cuarta estación el año pasado y prosigue con planes para construir una quinta.
Los funcionarios chinos dicen que la expansión en la Antártida prioriza la investigación científica, pero reconocen que preocupaciones respecto a "seguridad de recursos" influyen en sus acciones.
Yong Yu, un microbiólogo chino, presumió el espacioso edificio y una línea de tiempo ilustrada detallando el vertiginoso crecimiento de las operaciones chinas en la Antártida desde los 80. "Ahora nos sentimos equipados para crecer", dijo.
Estados Unidos mantiene tres estaciones todo el año en el continente, con más de mil personas durante el verano en el Hemisferio Sur.
Sin embargo, los investigadores estadounidenses discretamente se quejan de restricciones presupuestarias y de tener muchos menos buques rompehielos que Rusia.
Los expertos advierten que la fluctuación política en la Antártida podría alterar la distinción entre las actividades militares y civiles mucho antes de que sea el momento para renegociar los tratados del continente, particularmente en partes de la Antártida que son ideales para interceptar señales satelitales o reasignar tareas a sistemas satelitales.
Algunos países se las han visto difíciles. La estación de investigación de Brasil fue destruida en gran parte por un incendio que cobró las vidas de dos miembros de la armada en el 2012. Aun así, el infortunio de Brasil ha creado oportunidades para China, con una empresa china ganando en el 2015 el contrato de 100 millones de dólares por reconstruir la estación brasileña.
Entre todos los cambios, la Antártida sigue seduciendo. Corea del Sur abrió su segunda base de investigación en el 2014, Bielorrusia se prepara para construir su primera base y Colombia dijo que planeaba unirse a otras naciones sudamericanas con bases en la Antártida.
"Ya quedó en el pasado la época en que la Antártida era dominada por los intereses y deseos de hombres blancos de estados europeos, norteamericanos y australasiáticos", dijo Klaus Dodds, investigador de política en la Universidad de Londres. "La realidad es que la Antártida está geopolíticamente en disputa".

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