La pérdida de la tierra laborable

Simon Black

Hace más de seis mil años, la civilización más avanzada en el planeta era la sumeria, gobernantes de las fértiles planicies de la antigua Mesopotamia, hoy Irak.
Los sumerios no eran poderosos por su fuerza militar o su sistema político, sino que fue la agricultura la que propicio el desarrollo de su civilización.
Bastante simple, los sumerios descubrieron técnicas para producir mucho más agricultura que la que les era posible consumir.
Este excedente de alimento propició que pudieran construir grandes almacenes para guardarla y usarla para comerciar o para alimentar a los trabajadores que podían seguir otras actividades como la ciencia y la arquitectura.
Desde entonces, casi todas las grandes civilizaciones han compartido las mismas características, siendo capaces de producir más de lo que consumen.
De hecho, ninguna sociedad puede sobrevivir sin la habilidad de alimentarse a sí misma, Podemos darnos cuenta de esto a través de la historia.
Cuando el complejo sumerio, basado en redes de canales, falló para irrigar adecuadamente las tierras de labranza, su civilización rápidamente declinó.

El Imperio Romano tuvo la mala fama de invadir rutinariamente otras tierras buscando asegurar fuentes adicionales de alimento.

Durante la Guerra Civil estadounidense, gran parte de la estrategia de la Unión, consistió en cortar las fuentes de alimento del Sur, y quemar hasta el suelo cada acre de tierras de labranza que encontraban.

Y después de décadas de adversidades económicas, la Revolución Francesa colapsó en 1789, debido a que la nación no pudo alimentarse a sí misma…y la gente se estaba muriendo de hambre.

Temprano, en la historia de los Estados Unidos, la fortaleza del país llegó de su habilidad de producir más de lo que consumía.
Y con el tiempo, los Estados Unidos llegaron a ser los granjeros del mundo, exportando interminables cantidades de comida, como si fueran un granero sin fin. Pero esta tendencia alcanzo su punto máximo hace ya mucho tiempo.
Por ejemplo, en los pasados cinco años, la cantidad de tierras de labranza en los Estados Unidos ha decrecido a un ritmo de 5 millones de acres cada año, debido con frecuencia a desarrollos inmobiliarios o porque los granjeros han envejecido y dejado el negocio. Esto es equivalente a perder cerca de una milla cuadrada de tierras labrantías cada hora, o 9.5 acres por minuto.

La misma tendencia está teniendo lugar en China, donde más del 40% de las tierras arables del país se ha perdido en los recientes años debido a los desarrollos, las sequias y la erosión de las capas superiores del suelo.
Además, mientras se está dando esta dramática declinación en la cantidad de tierras de labranza disponibles por persona, en los grandes poderes mundiales la demanda se incrementa rápidamente. Y no me estoy refiriendo solamente al incremento de la población que se da por hecho, sino también por el crecimiento en la demanda que llega con el desarrollo económico. A medida que la riqueza de una nación se incrementa, de la misma manera se incrementa la demanda de alimentos.
 
Los mil millones de personas que a través de Asia, han pasado de la pobreza a la clase media, están consumiendo más calorías que nunca antes, y consumiendo carne por primera vez (específicamente carne de res). Incrementar la cantidad de animales para producir carne requiere, por caloría, mucho más terreno que cultivar frutas, vegetales y granos. Así que no solamente la gente está consumiendo más calorías, sino que requieren más terreno por caloría.

Claramente, ésta es una tendencia insostenible: el mundo necesita más tierras de labranza per cápita para satisfacer las necesidades de producción, al mismo tiempo que la cantidad de estas tierras está en franco declive.
Lo principal de toda esta problemática es el reto de la escasez del agua en muchas partes del mundo, California es un gran ejemplo.  Es bien sabido que todo el estado de California está experimentando condiciones de extrema sequía.
Lo que es menos conocido es que, junto con otros muchos cultivos, California es el mayor productor mundial de almendra. Este estado produce 80% del suministro global de almendra, muy por encima de la producción del resto del mundo combinada.
Además, al mismo tiempo, los productores de almendra de California, consumen cerca del 10% de los recursos de agua.

Pensemos acerca de esto: cuando se exportan productos agrícolas, también se están exportando todos los recursos e insumos necesarios para producir estos productos agrícolas.
Por lo tanto, cuando el estado entero está sufriendo de extrema sequía, los granjeros californianos de almendra, esencialmente están exportando el 10% de las disminuidas reservas de agua.

Estas matemáticas no se suman, y no se necesita ser un genio científico para darse cuenta por lo menos, que es de esperarse que el precio de las almendras se incremente dramáticamente en los años venideros.

Las almendras son sólo un ejemplo. Podemos ver algo similar con la comida en general, en todas partes.  
Para la mayoría de los cultivos, la producción de sus máximos ha pasado hace ya bastante tiempo; en otras palabras, los seres humanos ya extrajeron la máxima cantidad de toneladas, kilos, libras, etc., por acre o hectárea.

Y gracias a absurdos gobiernos y políticas monetarias, así como incentivas irresponsables para transformar la comida en combustible ineficiente, e incluso subsidios a los granjeros para que no produzcan, estamos viendo simultáneamente, un incremento en los costos de producción.

Todas estas tendencias están convergiendo al mismo tiempo, implicando un incremento a largo plazo de los precios de los alimentos y en algunos casos aun escasez. Y es una tendencia que afectará a casi todo el mundo.
Esto no es una versión comercial sensacionalista y sin sentido. Es simple aritmética basa da en datos objetivos y públicamente disponibles.

A pequeña escala haríamos bien plantando un pequeño huerto en nuestro jardín con algunas frutas y nogales. En el peor de los casos, se mejorará el valor de la propiedad y se tendrá un pequeño suministro de comida orgánica.
A gran escala, poseer una tierra de cultivo y vender alimentos a través de empresas y sociedades puede volverse una de las mejores inversiones de la década.
Pero ésta acción, debe ser en países donde la tierra cultivable no tenga los altos precio que tiene, por ejemplo, en Estados Unidos, y donde el abastecimiento de agua no sea cuestionable

Noviembre 19, 2014
Sovereign Valley Farm, Chile

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