La segunda parte de esta serie trata sobre las invenciones de herramientas, artefactos y técnicas desde la aparición del Homo sapiens hasta el fin del nomadismo.
Las industrias del olduvayense y el achelense se propagaron por todo el mundo habitado por homininos como el H. heidelbergensis y el H. erectus hasta la aparición del H. neandertalensis, al que se le atribuye la invención del complejo tecnológico musteriense. Los hallazgos en la Sierra de Atapuerca son restos de esta industria. El musteriense duró de hace unos 125 mil años a hace unos 40 mil años; se cree que en este periodo comenzaron a fabricarse cabañas o refugios al aire libre, fabricados con huesos de mamut.
Entre todas las especies de homininos al principio del musteriense, fue el H. neandertalensis ÂÂÂÂ quien usó una mayor variedad de utensilios de piedra y hueso. H. neandertalensis también fue la primera especie que creó herramientas compuestas, o sea un artefacto elaborado a partir de dos o más piezas, tales como las lanzas con punta de piedra o hachas con mango. Grupos de H. sapiens en el noroeste de África, el sur de Europa y el suroeste de Asia adoptarían esta serie de técnicas tras un proceso de aculturación. El factor de cambio fue la especialización para aprovechar al máximo los recursos disponibles; nuestros antepasados diversificaron su alimentación al comenzar a cazar presas de gran tamaño y fueron los primeros que se dedicaron a la pesca de forma cotidiana.
Hace alrededor de 50 mil años, los H. sapiens comenzaron a producir objetos cuya finalidad no era la supervivencia inmediata. Hay indicadores arqueológicos de que fue en aquel entonces cuando se extendió la representación de comportamientos simbólicos: pinturas rupestres, pendientes, amuletos y estatuillas femeninas de fertilidad, además de la aparición de ritos funerarios. La tecnología de la industria auriñaciense produjo utensilios especializados para trabajar diferentes materiales, artefactos de marfil y fragmentos de asta, armas arrojadizas, flautas de hueso y una multitud de artículos decorativos como brazaletes y collares.
Los primeros registros de la domesticación de animales por el ser humano datan del paleolítico superior. En particular, se han descubierto cráneos de perros (Canis lupus domesticado) de hace 33 mil años, en Europa y Siberia. Hace alrededor de 26 mil años se difundieron las técnicas de elaboración de canastas, redes y ropa a partir de fibras vegetales. También en este periodo, durante el Último Máximo Glacial, hace 25 mil años, se pueden encontrar los orígenes de la alfarería así como el uso de calendarios lunares.
Hace 30 mil años ya se producían arcos y flechas, el arma más decisiva en los conflictos prehistóricos. El primer registro arqueológico de una batalla ha sido datado de hace 14,340 años. En este sitio mesolítico, llamado Cementerio 117, se han encontrado un gran número de esqueletos humanos, muchos con puntas de flecha alojadas en hueso. El primer asentamiento permanente registrado de humanos modernos fue descubierto en Dolni Vestonice, en Moravia, en la actual República Checa; se trata de una aldea que consiste de chozas construidas con huesos de mamut y rocas, y que data de hace 25 mil años.
Durante el periodo de desglaciación, que trajo consigo la extinción de buena parte de la megafauna (el rinoceronte lanudo, el oso de las cavernas, el megaterio, el dientes de sable, el mamut, el león de las cavernas) se logró la domesticación de otras especies y las poblaciones humanas aumentaron en todo el mundo. Entre hace 15 mil y hace 12 mil años se domesticaron los cerdos, las cabras, las ovejas y las vacas, el Sahara era húmedo y fértil y el ser humano ya no tenía depredadores. El mundo estaba listo para la aparición de la agricultura.
La próxima entrega tratará sobre la revolución neolítica, los cambios que trajeron consigo la agricultura, la metalurgia, la escritura y la sedentarización del ser humano.
Una nota. El consenso actual entre los paleoantropólogos, con acceso a un enorme corpus de evidencia fósil, es que tanto los primeros sapiens como los neandertales tenían la capacidad morfológica y mental para el uso de lenguaje. Ahora bien, los neandertales y los humanos modernos son los únicos primates que poseen el hueso hioides (que permite movimientos de la lengua, la faringe y la laringe para producir diversidad de sonidos) en la parte superior del cuello. El hioides en esta posición alta nos permite vocalizar un rango muy grande de sonidos pero también causa la muerte por sofocación cuando su apertura es bloqueada por alimentos u otros objetos. Esta desventaja real (otros primates y otros mamíferos no se asfixian de la misma manera) no es mayor que la ventaja evolutiva de poder hablar.
Autor: IIEH
Fuentes:
Las herramientas neandertales eran tan buenas como las del H. sapiens
Los esqueletos de la cueva Shanidar
Cráneo de perro domesticado encontrado en cueva siberiana: 33000 años