Las temperaturas de la superficie de la Tierra durante 2015 fueron las más calientes desde que se comenzó el registro, en 1880, y por un margen muy amplio.
De manera independiente, tanto la NASA como NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) publicaron reportes que confirman lo que ya sabíamos: 2015 superó la marca de 2014, en parte por la influencia de El Niño y en parte por el efecto acumulativo de actividades humanas a lo largo de los últimos 150 años. Los análisis de la NASA, por ejemplo, incorporan mediciones de las temperaturas de la superficie de más de 6300 estaciones climáticas, embarcaciones, boyas meteorológicas y estaciones de investigación en la Antártica. El análisis de NOAA, realizado de forma separada y con una metodología diferente, obtuvo resultados casi idénticos. El año pasado, entonces, fue un grado Celsius más caliente que las temperaturas de finales del siglo XIX. La Agencia Meteorológica de Japón mostró que 2015 ha sido el año más caliente en sus archivos, iniciados en 1891.
2014 ya había sido el año más caliente en el registro histórico, pero con las nuevas marcas establecidas durante 2015 queda clara la realidad climática de nuestro planeta. La posibilidad de que dos años consecutivos rompan las marcas sin estar relacionadas con calentamiento global se han fijado en una en 1500 pares de años. También ha sido descartada la idea de que la influencia de El Niño (ENSO, EN Oscilación del Sur) sea responsable de las marcas en 2015. La influencia de este fenómeno atmosférico, explica Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA y co-autor de este análisis, tiene un retraso de un año así que su impacto se sentirá sobre todo en 2016. Como sabemos, hay muchas maneras de interpretar un conjunto de datos, pero Schmidt deja claro que tomaron en cuenta toda posibilidad conocida para normalizar los resultados. Afirmó: “Aun así, en la versión corregida de ENSO, 2015 hubiera implantado la marca”.
En una entrevista esta semana, se le pidió a Gavin Schmidt un mensaje para las personas que no creen en el cambio climático. Su respuesta: “´Creer´ no es la palabra correcta. Los científicos hablan del calentamiento global antropogénico porque es la mejor explicación que tenemos para una multitud de eventos y fenómenos observados, es la mejor explicación que tenemos fundada en física básica y bien comprendida. Algunas personas no pueden aceptar esta conclusión, a menudo por sus supuestas implicaciones políticas, a veces por objeciones filosóficas o religiosas, a veces porque así fueron educados. Es poco común que, dadas estas causas, la publicación de más ciencia sea de alguna ayuda, lo que resulta muy frustrante. Pero mucha gente no sabe qué cree, a quién creerle, y se sienten en medio de un debate controversial. A esa gente, si es que tiene el tiempo y la voluntad, la invito a meterse en los detalles y examinarlos por sí mismo; la información es útil y nosotros hemos sido completamente abiertos y transparentes con nuestros datos y análisis”.
De manera paralela a la agudización del cambio climático, en el campo de la salud mental se ha identificado una epidemia de depresión (y sus síntomas) en buena parte de los científicos ligados a su estudio y consecuencias, ya sean biólogos marinos, climatólogos, etc. Algunos deciden salirse del campo, otros persisten pero deben enfrentar el dolor diario de ser testigos de la destrucción de las especies que estudian, de los ecosistemas que aman, de su planeta. A esto, se suman la constante negación de y controversia del cambio climático en casi la mitad de la población que no tiene trasfondo científico. Deben explicar qué es y por qué es una y otra y otra vez, a personas y grupos que ya han decidido negarlo. Muchos científicos, de manera privada o pública, consideran el cambio climático un caso perdido y el efecto de este conocimiento en sus vidas diarias es devastador; no les es fácil, dicen, concentrarse en un partido de futbol o en una serie de televisión cuando, por ejemplo, el extraordinario arrecife de coral milenario que han estudiado durante veinte años se blanquea, se cubre de algas invasivas y muere frente a sus ojos.
Ese problema psicológico que enfrentan muchos científicos relacionados con las ciencias de la Tierra es exacerbado por un factor más. Un porcentaje elevado de esta comunidad se dedica al estudio y conservación del planeta, sus hábitats y sus seres vivos, en principio, por amor a ellos. Desde su niñez o su juventud los impulsó un objetivo y una visión idealistas de lo que sería el trabajo en ese campo, pero la realidad laboral es muy diferente. Para poder proveer sustento a sus familias, deben trabajar para las compañías que están haciendo más daño al ambiente, las industrias que explotan los recursos del planeta, destruyen ecosistemas y liberan cantidades masivas de CO2. Así, hoy en día, muchos científicos deciden trabajar en otro campo y muchos viven con la ya llamada “depresión del cambio climático” o “ecofatiga”.
Reto Ruedy, otro analista de la NASA y co-autor del reporte, comentó el asunto de manera más terminante: “Lo único que puedo hacer en caso de que no crean es recordarles que la naturaleza no es amable con el desprevenido. Las leyes de la física van a hacer de las suyas, lo aceptemos o no. Yo, personalmente, no entiendo la ley de la gravedad, nadie me ha podido explicar por qué cae una piedra al suelo, sin que algo invisible la empuje o la jale. Sin embargo, no voy a arrojarme del techo de un edificio esperando que mi ignorancia de la gravedad me vaya a proteger”.
Autor: IIEH
Fuentes:
Análisis de la NASA y NOAA revelan nuevas marcas de temperaturas elevadas a nivel global en 2015
Resumen global de NOAA, diciembre 2015
Cambio climático: Las temperaturas globales de 2015 destrozaron las marcas anteriores
Es oficial: 2015 pulverizó las marcas de temperatura global
2015 el año más caliente en el registro histórico