Cuando ocurre un terremoto, una palabra que solemos oír es “magnitud”. Una de 5.8 para el sismo de Virginia en 2011, una de 7.0 para el devastador sismo de Haití en 2008. ¿Pero qué significan exactamente esas cifras?
Noten el terremoto de magnitud 5.8 en Virginia, parece relativamente débil comparado con el de magnitud 6.9, pero junto al terremoto de 7.7 de Sumatra aparece minúsculo. Y todo ello se debe a la escala exponencial, que crece aceleradamente, con un factor de alrededor de 33 por cada salto. Entonces, la diferencia entre dos magnitudes, por ejemplo de un sismo de magnitud 6.0 y otro de 8.0 es de 33 multiplicado por 33, o sea de 1089. Si hacemos la cuenta, veremos que un terremoto de magnitud 9.0, como el evento catastrófico que sucedió en Tohoku, Japón, en marzo de 2011, es 35,937 veces más potente que uno de magnitud 6.0.
Aunque nos hemos vuelto muy buenos para medir los terremotos, todavía nos es imposible predecirlos. Los científicos no pueden asegurarnos cuándo ocurrirá el próximo sismo superlativo. Sólo saben que pasará y que es necesario estar preparado para cuando llegue.
N. del T.: Aunque la magnitud o escala Richter mide la energía total liberada por un sismo, no refleja la intensidad con la precisión de otros parámetros. La aceleración sísmica, por ejemplo, es una medida directa de las aceleraciones que sufre la superficie del suelo (y, por lo tanto, refleja qué tan fuerte se percibe el temblor y su daño potencial). La unidad de aceleración que emplea es la intensidad del campo gravitatorio (g = 9.81 m/s2). Terremotos de muy alta magnitud, como el de 8.8 de Chile en 2010, pueden tener una aceleración relativamente menor, en ese caso de 0.78 gravedades. El sismo de Nueva Zelanda en Christchurch, por ejemplo, tuvo una magnitud de 6.3 y una aceleración sísmica de 2.2g, mientras que la del gran sismo de Tohoku fue de 2.7g. Algunos de los otros factores que influyen en la percepción de la intensidad y los daños físicos causados por los terremotos son el tipo de onda sísmica, el nivel de desarrollo de la zona y el tipo de suelo.
Fuente del texto: Our Amazing Planet
Animación original: Nathan C. Becker
Traductor: IIEH