La lucha humano-elefante keniana
Por Amy Yee
The New York Times, Reforma, México, 6 agosto 2016
ALDEA BODENI, KENIA
En un terreno quemado por el sol en el sur de Kenia, Ana Musebeki cultivaba exuberantes campos de maíz, mango, caña de azúcar y plátano cerca de su pequeña casa con techo de lámina.
Pero justo antes de la cosecha este año, unos elefantes invadieron sus cultivos, usando sus traseros para levantar una valla de alambre de púas. La hambrienta manada devoró casi todo. Musebeki, de 50 años, perdió los ingresos de todo un año.
Las personas que viven cerca de Tsavo, el parque nacional más grande de Kenia, deben arreglárselas con la fauna silvestre -incluyendo elefantes, leones y búfalos- que deambula entre las dos mitades del parque sin bardear, que abarca unos 22 mil kilómetros cuadrados, aproximadamente el tamaño de Gales. Esa tenue coexistencia ha empeorado porque un nuevo ferrocarril impide que los elefantes se muevan entre Tsavo Este y Oeste para hallar alimentos y agua.
En un día sofocante, Seraphine Chard, presidenta de un consejo comunitario local, estaba sentada a la sombra de un árbol y lamentó las crecientes incursiones de los elefantes en las granjas. Las personas se despiertan en la noche para golpear ollas y ahuyentarlos. "La gente no puede dormir", dijo. "Los niños no pueden estudiar. Los elefantes también rompen las tuberías de agua".
Unas 115 mil personas viven en esta área en el Corredor Kasigau, más de 200 mil hectáreas situadas entre las dos mitades de Tsavo. Este parque por sí solo es hogar de unos 12 mil 500 paquidermos, la mitad de la población de elefantes en Kenia.
La línea ferroviaria de 600 kilómetros bajo construcción entre la capital, Nairobi, y la ciudad portuaria de Mombasa agrega un elemento formidable a una carrera de obstáculos existente para la vida silvestre. La concurrida carretera Nairobi-Mombasa ya atraviesa este corredor, así como un nuevo oleoducto y un ferrocarril construido hace más de un siglo.
Pero mientras los demás obstáculos están a ras del suelo, el nuevo ferrocarril descansa sobre un terraplén de concreto de 12 metros de altura. Una zanja de drenaje corre a su lado, y los elefantes no pueden cruzarla, dejándolos atrapados en un lado de Tsavo.
Kenia tiene mucha necesidad de infraestructura moderna como un tren rápido a Mombasa, el principal puerto para toda África del Este y partes de África Central.
Pero sin una planeación cuidadosa, el Gobierno y los desarrolladores corren el riesgo de provocar más conflictos entre humanos y animales, sobre todo al tiempo que la población humana crece.
Es muy conocido que los elefantes de África enfrentan una terrible crisis. Del 2010 al 2012, unos 100 mil paquidermos -alrededor de una quinta parte de la población del continente- fueron cazados furtivamente por su marfil, de acuerdo con el grupo de conservación Save the Elephants (Salven a los Elefantes). Es menos conocido que en partes de Kenia, más elefantes son abatidos por lugareños, en represalia por incursiones en busca de cultivos o muertes humanas, que por los cazadores furtivos.
Cerca del Parque Nacional Amboseli, a unas tres horas al norte de Tsavo, tres elefantes fueron muertos por su marfil en el 2014, pero hasta 30 fueron eliminados por lugareños en represalia, de acuerdo con la African Wildlife Foundation. En marzo, unos elefantes mataron a cuatro personas cerca de Amboseli, entre ellas un niño de 9 años que arreaba ganado. A su vez, los lugareños ultimaron a por lo menos un elefante y atacaron a varios más con lanzas.
El nuevo ferrocarril, programado para completarse a fines del 2017, ejerce aún más presión sobre el precario ecosistema alrededor de Tsavo. Aunque algunos conservacionistas dicen que la nueva construcción es un "desastre ecológico", no es demasiado tarde. Los animales pueden pasar por debajo de grandes arcos construidos en el terraplén del ferrocarril, aunque estos pasos a desnivel fueron colocados al azar y no en cruces conocidos de la fauna silvestre. Los desarrolladores del ferrocarril aceptaron recientemente tapar la zanja de drenaje en algunos lugares para dejar pasar a los elefantes.
Sin embargo, en apenas dos semanas recientes, tres elefantes fueron muertos mientras intentaban cruzar el ferrocarril y la carretera. Varias personas también quedaron críticamente lesionadas en los accidentes viales.
Al tiempo que la población crece y el desarrollo aumenta, los humanos y la fauna silvestre se vuelven cada vez más entrelazados. Se pronostica que la población de 44 millones de personas de Kenia superará los 80 millones para el 2050. Se necesita realizar más planeación ahora para que la vida silvestre y la gente puedan coexistir después.
La gente que vive cerca de Tsavo por lo general no envenena o ataca a los elefantes con lanzas en represalia como hacen en otras partes de Kenia. Eso podría cambiar sin auténticas medidas para evitar el conflicto humano-fauna silvestre. Sería particularmente trágico dados los avances de Kenia desde que impuso nuevas leyes estrictas contra la caza furtiva en el 2014.
Kenia necesita el desarrollo económico, pero la fauna silvestre debe ser considerada durante la planeación. De otra forma, cientos de miles de personas que viven entre la fauna silvestre sufrirán, junto con los animales amenazados que Kenia y gran parte del mundo tratan de salvar.