Evitan regulación al ‘editar’ genes
Por Andrew Pollack
The New York Times International Weekly, 24 enero 2015
Su primer intento por desarrollar pasto geneticamente desarrollado modificado terminó de forma desastrosa para la Scotts Miracle-Gro Company. El pasto escapó de parcelas de prueba en Oregon al entorno natural en el 2003, lo cual señaló el fin de las posibilidades de que el Gobierno aprobara el producto para su uso comercial.
Pero Scotts desarrolla una vez más pasto transgénico que necesitaría cortarse con menos frecuencia, sería de un verde más profundo y resistiría a los daños del popular herbicida Roundup. Pero esta vez, el pasto no requerirá aprobación en EU.
Scotts y varias compañías más desarrollan cultivos transgénicos con técnicas que están fuera de la jurisdicción del Departamento de agricultura de EU, o usan métodos nuevos, como la “edición del genoma”, que no se preveía cuando las regulaciones fueron creadas.
Por ejemplo, el departamento ha señalado que no tiene autoridad sobre una nueva canola resistente a los herbicidas, un maíz que crearía menos contaminación por los desechos del ganado, o el pasto varilla diseñado para la producción de biocombustible.
La tendencia causa alarma entre los críticos de los cultivos biotecnológicos, quienes dicen que la modificación genética puede tener efectos no intencionales, independientemente del proceso.
Las compañías estadounidenses afirman que si los métodos no fueran etiquetados como ingeniería genética, cosechas innovadoras podrían ser comercializadas o cultivadas en Europa y otros países que no aceptan fácilmente los cultivos transgénicos.
Ser libres de la regulación podría abrir oportunidades para compañías más pequeñas y fitogenetistas universitarios, y para la modificación de cultivos menos comunes.
Un estudio patrocinado por la industria señaló que las compañías grandes gastan en promedio 136 millones de dólares en el desarrollo de un cultivo transgénico, incluyendo 35 millones de dólares en costos regulatorios.
Los cultivos transgénicos típicamente tienen genes de otros organismos insertados en su ADN. Los más populares, como el maíz resistente a los insectos, usan genes de bacterias.
El Departamento de Agricultura es responsable de proteger los cultivos estadounidenses de las plagas de plantas, típicamente insectos o patógenos. Esa responsabilidad se extiende a ciertos cultivos transgénicos porque en muchos de ellos, el gen ajeno es introducido a través de una bacteria, o el ADN insertado contiene un “switch” genético de un virus de planta. Pero las compañías pueden esquivar eso al evitar componentes de plagas de plantas.
Algunas compañías ahora utilizan nuevas técnicas de edición del genoma que pueden cambiar el ADN existente de la planta en lugar de insertar genes ajenos. Cibus, compañía de San Diego que no cotiza en la bolsa, empieza a vender canola resistente a los herbicidas desarrollada de esa manera.
Algunos investigadores argumentan que usar la edición del genoma para desactivar un gen en una planta, o hacer un cambio minúsculo en un gen existente, resulta en una cosecha no diferente a lo que podría obtenerse a través de mutaciones naturales y el mejoramiento genético convencional, aunque se logra con mayor rapidez.
La edición de genes, argumentan, es más precisa que la técnica existente de exponer las plantas a la radiación o sustancias químicas para inducir mutaciones con la esperanza de generar un cambio deseable.
Sin embargo, los críticos de los cultivos biotecnológicos dicen que las técnicas de edición del genoma pueden causar cambios en el ADN de las plantas aparte del deseado. Además, la edición genética típicamente se hace con células o tejidos de plantas que crecen en una caja de Petri. El proceso de convertir esas células o tejidos genéticamente alterados en una planta completa puede inducir mutaciones.
Jennifer Kuzma, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, dijo que se necesita un discurso público sobre qué debe ser regulado.
“No es que piense que presenten un riesgo”, dijo de los cultivos que evitan la regulación. “Pero el hecho mismo de que ésta es la ruta que estamos tomando sin ningún debate es preocupante.