El gran debate acerca del cáncer de próstata

Síntesis del artículo The Great Prostate Cancer Debate
Por Marc B. Garnick, en Scientific American, febrero 2012

Recientemente se publicaron dos estudios con nuevas evidencias de lo que ya se sospechaba. Los estudios se realizaron en Europa y en Estados Unidos e incluyeron a varias decenas de miles de hombres a lo largo de una década. La conclusión de ambos: Los chequeos de la próstata no reducen el riesgo o número de muertes a causa del cáncer de próstata. Ante tal evidencia, algunos médicos han comenzado a sugerir alternativas, en medio de gran controversia.

Como ya se sabe, en muchos casos, el tratamiento precoz del cáncer de próstata tiene efectos adversos, como incontinencia, sangrado rectal, disfunción eréctil y hasta la muerte. A pesar de ello, no hace mucho tiempo, todos los especialistas aseguraban que el tratamiento temprano del cáncer de próstata era la mejor opción. Pero hoy en día la opinión está dividida. El cáncer de próstata tiene características y desarrollo diferentes en cada paciente. Más de la mitad de los hombres diagnosticados con cáncer de próstata entre los 50 y 60 años murieron por otra causa. Esta cifra supera el 75% en casos detectados en pacientes mayores de 80 años.

Una prueba de sangre es la norma para el primer diagnóstico, pero no es una prueba que detecte la presencia de células cancerígenas en la próstata, sino sólo el nivel de una sustancia proteica llamada antígeno prostático específico (PSA, por sus siglas en inglés). Un nivel elevado de PSA puede sugerir distintos escenarios: la existencia de tumores benignos en la glándula prostática (normales a una edad avanzada), infecciones, actividad sexual o la proliferación de células malignas.

Si se detectan anormalidades en la prueba de PSA se realiza una biopsia. Aunque con las biopsias es posible concluir de manera terminante si existe o no un cáncer, el problema se complica. No hay una prueba contundente que determine si se trata de un cáncer agresivo, que requiera tratamiento inmediato, o de un cáncer lento (o incluso sin crecimiento) y microscópico, que nunca provocará molestia alguna. Ya detectado el cáncer de próstata, existen dos tipos de tratamiento para intentar curarlo. Uno es la cirugía, la extirpación de la próstata; el otro es la radioterapia, radiaciones ionizantes que destruyen la próstata. Dada la posición de la próstata en el cuerpo, ambos tratamientos tienen efectos secundarios que van de lo incómodo a lo muy grave.

A la luz de los estudios recientes, se ha reconocido que existen varios tipos de cáncer de próstata que no ponen en peligro inmediato al paciente. Se requiere valor para que un doctor deseche sus creencias de mucho tiempo y diga en público: Durante muchos años mi práctica de la medicina fue fallida, debí haber dado a mis pacientes, como opción válida, la posibilidad de no recibir tratamientos riesgosos. Y aparte de reconocer los errores, hace falta dar un paso más, el cambio en la práctica. Cuando se detecta un cáncer de próstata, podemos evitar el tratamiento invasivo y sugerir una estrecha observación y un más sano estilo de vida.

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